Esta es la carta que dejo Jhon Collenss en una acera mojada de Los Ángeles un 15 de agosto de 2013, antes de morir atropellado salvando a un joven peatón que más tarde sería identificado como su hijo.
El medico dijo que me quedan tres meses de vida, que el cáncer en mis entrañas esta ya demasiado avanzado, que una operación no compondría mi vida a estas alturas, que fuera a la iglesia y hablara con dios…
El problema es que Dios y yo no hablamos desde 12 de julio de 2011, cuando permitió que embargaran la casa en que vivía y tal vez lo único bueno que le dejaría a alguien después de irme de aquí…
– !! Me las puedo arreglar sin el ¡¡ — me dije,
– !! En todo caso ya estoy más que condenado y no se puede adular a un juez invisible que condena por casi cualquier cosa a casi todo el mundo, con un estrado entre las nubes y un reino entre los cielos, no creo que le interese devolverme mi antigua vida ¡¡ — pensé
fue duro pero no sentí el golpe de la noticia sino hasta que salí del consultorio, cuando avance con mi pierna derecha fuera de aquella clínica, sentí tener una pierna de plomo, enseguida me di cuenta de que no podría dar más de un par de pasos antes de tirarme al suelo y llorar, no era la gravedad quien me atraía hacia el suelo, la gravedad no es una fuerza, lo sé porque lo ley en un periódico el día anterior, era debilidad y frustración, eran recuerdos pesados de corazas metálicas, recuerdos tristes de personas a la que lastime, fue la propia decepción de no ser nadie la que no me dejaba avanzar, una mezcla de remordimiento por no aprovechar mi vida, ser pobre ha sido mi consuelo y mi excusa siempre para justificar mis fracasos, como si tener los bolsillos vacíos fuera signo de estupidez, cuanto pudo ser de mi…
Caí al suelo, sentí desplomarme hacia el asfalto, como el más imponente de los edificios cuanto le dinamitan las bases, caí como lo había estado haciendo desde hace 40 años en un insondable abismo de miseria y conformismo, pensaba en mi familia y como transmitirles la noticia de mi deceso, cuanto pudo ser de mi familia…
Mi hijo me odia desde que me fui a buscar cigarros y nunca regrese, le debo una niñees normal, el apoyo y el consejo de un padre, le debo aquellas palabras que solo su progenitor le pudo haber dado y mi esposa Melanie, esa bella mujer que cambie por un par de piernas veinte-añeras, que fugases como mi fortuna, se esfumaron tan pronto como el dinero,
Como le digo a mi madre que no soy exitoso, que el único título que poseo es el de una competencia de comer hamburguesas y que años después reclamaría un ataque al corazón como premio de aquella noble prueba, y a mi padre que reconocimiento le ¿muestro?, como le hago sentir que de sus testículos salió algo que valió la pena, ¿cómo le demuestro que fui mejor padre de lo que él fue?
Viví mi vida un día a la vez y perdía un día, cada día, dejando todo para el día siguiente, mis metas fueron pospuestas hasta nuevo aviso, aviso que no llegaría nunca, es así como jamás logre nada, desde niño me trataron como un fracasado y de adulto me comporte como tal, me he dado cuenta que tenían razón, nací siendo un desastre y que tanto decírmelo a los 13 años me convertir en un desperdicio, entendí que siempre seria de esta forma, un desgraciado no puede escapar de la desventura que es su vida igual que un payaso no deja de serlo, tan solo por fugarse del circo en que viaja.
Me pregunto por el plan que tenía dios para mí, ¿que soy?, me pregunto por qué los bastardos como yo nunca mueren jóvenes, porque nadie se detiene frente a nuestra casa, toca la puerta y nos golpea de tal manera que recordemos que la vida no es una fiesta, que la realidad es dura y que cuando caigas no hay almohadas, solo rocas y tierra esperando, y que tal vez si tienes suerte un ataúd acolchonado…
El caso de Jhon Collenss ha conmovido fuertemente a la ciudad de Los Ángeles puesto que el diagnostico al que se refiere este en la carta de despedida pertenece a otro paciente llamado Jason Coldman, actualmente se está investigando si la clínica tenía permiso de operar en el área, la policía aún no da declaraciones sobre quien es el posible responsable de semejante tragedia.
Para el Diario EL Universal de la ciudad de Los Ángeles, escribe Melanie Collens.
Sobre el autor de la imagen:
- Autor: Colmar Wocke
- Lugar: London, Reino Unido.
- Equipo: Olympus E-3, Zuiko 12 – 60 F2.8 – 4.0