Foto de portada por: dezeta
Es habitual escuchar en el mundillo literario conversaciones en las que se critica (y se llora) la enorme cantidad de títulos que se editan en España (¡más de doscientos diarios!), la consecuente rapidez con la que se descataloga la mayoría de las obras y la situación de las librerías, abarrotadas de libros, que reciben sin parar un alud de novedades que apenas tienen tiempo de sacar de sus cajas para colocar en las baldas y mesas.
El mercado, los lectores, obviamente no puede absorber todas estas novedades (y aún menos en estos tiempos de crisis).
De modo que nos encontramos con una situación absurda: se editan miles de títulos para distribuir en un mercado abarrotado que los devuelve a su origen prácticamente sin “haberles quitado el precinto”.
El lector sólo ve la punta del iceberg de tan tremendo disparate: cuando va a una librería a comprar una novedad de apenas hace tres meses ¡ya no la encuentra! Le dicen que ya se ha descatalogado o, con suerte, que la van a pedir a la editorial (aunque es muy probable que la editorial ya no la envíe). Por otro lado cuando el lector observa los escaparates o las mesas de novedades, se encuentra con decenas de portadas parecidas, títulos calcados unos de otros, temáticas repetidas…
¿Qué está pasando?
Todas las editoriales desean tener un título de éxito y, a veces, entre esa avalancha de novedades y con más o menos apoyos de marketing, ¡lo consiguen! Si echamos la vista atrás podemos recordar lo que supuso hace años El código Da Vinci o la saga Crepúsculo, o más recientemente Juego de Tronos o Cincuenta sombras de Grey.
Bien, ya tenemos un éxito. Y ahora ¿qué pasa…? Pues que, en general, el resto de editoriales reacciona buscando algo parecido.
La competencia reacciona repasando desesperadamente en su catálogo un misterio histórico, una romance paranormal o una fantasía en un mundo medieval. Si lo tiene, lo edita rápidamente. Y tanto si lo tiene como si no, influido por ese éxito, el diseño de sus portadas empieza a parecerse a él. ¿Recordáis aquellas decenas de portadas con fondo negro y figuras en blanco y rojo, como en Crepúsculo? ¿Y aquellos títulos tipo El misterio Da Vinci, El código Leonardo u otros como Lucha de tronos…?
Ahora las librerías se han llenado de portadas con espadas, objetos grises y plata sobre fondos oscuros, y fotos de figuras humanas tratadas con un filtro… Todas se parecen. Todas se copian. Todas, por dentro y por fuera, buscan parecerse a ese primer éxito.
Porque no se trata tan sólo del aspecto externo. Con los contenidos sucede algo parecido.
Cuando ese GRAN éxito sucede (de esos con mayúsculas), se buscan historias parecidas, y si no las hay ¡se inventan! Es una práctica habitual la de encargar a autores libros. “Hazme otra novela tipo Cincuenta sombras de Grey, pero a la europea y un poco más dura” o “Escríbeme un romance paranormal”. Los autores que escriben por encargo son muchos y son buenos, tienen oficio y… de hecho se ganan la vida con los adelantos que cobran por este tipo de trabajos.
La conclusión es que así, de pronto, nos encontramos con decenas de títulos parecidos en las librerías. De hecho, algunos de esos títulos no están nada mal, pero una gran mayoría es simplemente correcta, y otra, desgraciadamente, se puede calificar de basura infecta. Pero todos ellos, absolutamente todos los títulos, llegan a los lectores al rebufo de ese primer éxito, intentando llevarse una parte del pastel y contentándose con unas tristes migajas.
¿Y los autores? ¿Qué responsabilidad tenemos los autores?
Muchos escritores también sueñan con un “pelotazo”, con alcanzar un gran éxito, y se dejan llevar por las modas. De manera que escriben lo que creen que va a tener éxito, o lo que les encargan, dejando en un cajón de proyectos olvidados las historias que realmente les hubiera gustado escribir. Quizás olvidan que Dan Brown, Stephenie Meyer, George R. R. Martin, J. K. Rowling y tantos otros escribieron sus grandes éxitos porque aquella historia les salió del corazón. Porque era la que llevaban dentro y luchaba por salir desde siempre.
La responsabilidad de cada uno.
Por eso me dirijo a todos aquellos que quieren ser escritores, para intentar convencerles de que escriban lo que les dé la gana, sin dejarse influir por modas, más o menos pasajeras.
Si escribimos lo que realmente nos gusta, el entusiasmo y la ilusión se verá entre las líneas y traspasará la barrera del papel para alcanzar el corazón del lector. Si nos dejamos llevar por las modas, sólo seremos uno más entre los miles de títulos clonados que llenan las librerías.
Para los editores también es más fácil apostar por los clones. Es más fácil vender un proyecto a los jefes o a los de marketing, diciéndoles que es “el nuevo Cincuenta sombras de Grey“, en vez de leerse los manuscritos que les llegan y buscar nuevas historias, apostar por ellas, mimarlas y apoyarlas después con toda la artillería que puedan arañar a sus departamentos de marketing.
Si todos nos dejamos llevar por las modas y los clones, seguiremos alimentando al monstruo del negocio editorial. Ese monstruo insaciable que busca nuevos títulos antes de que los libreros hayan podido abrir las últimas cajas de novedades.
Quizás esta crisis sirva para romper el círculo vicioso en el que se ha convertido el negocio editorial. Puede que la crisis deje de alimentar al monstruo de la edición y se convierta en una oportunidad para, por fin, publicar menos libros, de más calidad y más originales. Y es posible que la economía acabe matando, cual San Jorge, el dragón monstruoso en que se ha convertido el mundo de los libros.