Creemos que las galaxias pueden formarse a través de la acumulación de enormes cantidades de materia desde el medio intergaláctico. A medida que esta materia cae y se acelera, partes de ella chocan, calentando el gas a temperaturas de millones de grados. La combinación de la cantidad total de materia acretada, su densidad y su spin, ayuda a determinar el tipo de galaxia que se produce, ya sea espiral, elíptica o irregular. Después de que se formó la galaxia, el gas de acreción que queda forma un gran halo caliente y masivo alrededor de la galaxia.
Se espera que estos halos sean mucho más grandes que la galaxia, y muy tenues, por lo que son difíciles de detectar directamente. Pero todas nuestras observaciones de galaxias externas se ven a través del halo que rodea la Vía Láctea, como lo muestra la neblina azul en la ilustración. Utilizando el Observatorio XMM-Newton de rayos X, los astrónomos han sido capaces de detectar cómo la forma de halo caliente de la Vía Láctea absorbe los rayos X emitidos a partir de una selección de brillantes galaxias externas distribuidas alrededor del cielo.
Mediante la determinación del desplazamiento por Doppler del halo de la Vía Láctea a través de la medición de las longitudes de onda características de absorción de rayos X específicas producidas por átomos de oxígeno en el halo, los astrónomos han puesto de manifiesto el movimiento de este gas caliente. Este estudio muestra que el halo gira a una velocidad notable de aproximadamente 640.000 kilómetros por hora, de modo que el giro del halo es comparable con el giro de la propia Vía Láctea.
Fuente: "Spinning Hot Halo", en Imagen astrofísica de la semana (Heasarc), NASA.