Revista Viajes
Con estos precedentes, la campaña electoral de 1970 arrancó enrarecida. Para empezar se trataba de la primera vez que se celebrarían elecciones a nivel nacional. La campaña electoral puso de manifiesto que ambos Pakistanes vivían ya en mundos aparte. Mientras que en Pakistán Oriental el eje de la campaña electoral era la secesión, ya que muchos veían las elecciones como una suerte de referéndum independentista, en el Pakistán Occidental la campaña adquirió tintes ideológicos y lo que se discutía era más el socialismo y el papel del Islam. La Jamaat intentó hacer campaña en Pakistán Oriental diciendo que los bengalíes tenían primero que ser fieles al Islam y sólo después a su idioma y a su provincia. Lo único que consiguieron fue que hubiera choques violentos entre sus partidarios y los de la Liga Awami, en las que los primeros llevaron la peor parte.
El 11 de noviembre de 1970 el ciclón Bhola golpeó Pakistán Oriental. Fue el ciclón más devastador de la Historia reciente. Hay un gran baile de cifras sobre el número de víctimas que dejó el ciclón. Ninguna estimación baja de 200.000 y algunas las elevan hasta el millón. Los bangladeshíes fueron muy críticos con la respuesta del Gobierno que fue tardía e insuficiente. Para ellos fue una prueba más de lo poco que le importaban al Gobierno de Islamabad y contribuyó todavía más a inflamar los ánimos. Yo creo que hubo más incompetencia e imprevisión que maldad en la reacción del Gobierno, pero ya se sabe, en política son las percepciones lo que cuentan, no las realidades.
Las elecciones se celebraron entre el 7 y el 17 de diciembre de 1970 y los resultados fueron los esperables. La Liga Awami ganó 160 de los 162 escaños que se disputaban en Pakistán Oriental, lo que le dio mayoría en la Asamblea Nacional que contaba con 300 escaños. En Pakistán Occidental no ganó un solo escaño. De la misma manera, el partido más votado en el Pakistán Occidental, el PPP de Ali Bhutto, que obtuvo 81 de los 138 escaños que se disputaban, no consiguió ningún diputado en Pakistán Oriental. El divorcio entre las dos partes del país era máximo.
Hay políticos que digieren peor las victorias que las derrotas y por desgracia Mujibur y Bhutto pertenecían a esta categoría. Mujibur entendió que las elecciones le facultaban para ser el próximo Primer Ministro del país. Comprensible. Pero también entendió que hacían imperativa una reforma de la Constitución para incorporarle sus 6 Puntos. Ahí se estaba olvidando que la mitad del país había votado contra él. Bhutto tampoco se mostró mucho más flexible. Se negó a participar en cualquier reforma de la Constitución y propuso que el país tuviera dos Primeros Ministros, Mujibur y él mismo. A ver en toda democracia el que queda en segundo lugar se convierte en Jefe de la Oposición, no en Segundo Primer Ministro (bueno, está el caso de Camboya en1993, pero es que Camboya es muy rarita).
Mujibur decidió aumentar la apuesta. No sólo se enrocó en su posición, sino que convocó el 3 de enero de 1971 una reunión de todos los representantes electos del Pakistán Oriental en el hipódromo de Ramna y les hizo jurar que se mantendrían leales al mandato popular de implementar el Programa de 6 Puntos de la Liga Awami y la Carta de 11 Puntos. El juramento estuvo rodeado de ese tipo de pronunciamientos emotivos, hechos para inflamar las pasiones y que el pensamiento racional no asome la cabeza; empezaba diciendo: “En el nombre de Alá el Misericordioso, el Todopoderoso; en el nombre de los bravos mártires y luchadores que anticiparon nuestra victoria entregando sus vidas y sufriendo los mayores sufrimientos y represión…”
Curiosamente en esos días, el único que mantenía la cabeza un poco fría y daba muestras de sensatez era el golpista Yahya. Yahya viajó a Dhaka para entrevistarse con Mujibur y le pidió que tendiese la mano a los políticos del Pakistán Occidental y transigiese sobre los 6 Puntos, recordándole sus promesas de que sería flexible. Yahya sabía que muchos en el Ejército y en Pakistán Occidental no pasarían por ahí. Pero Yahya, ya sufría ese delirio de los políticos nacionalistas cuando sienten que tienen su objetivo al alcance de la mano y no quiso ceder en nada.
Yahya intentó entonces razonar con Bhutto y se encontró con la misma cerrazón. Bhutto dijo que bloquearía la redacción de una nueva constitución y que no estaba preparado para sentarse en los escaños de la oposición. Desde un punto legal era una bravata estúpida. La Liga Awami tenía mayoría suficiente para formar gobierno y elaborar la Constitución sin necesidad del PPP. Pero había un punto en el cual Bhutto no andaba tan errado: cambiar la constitución para dar una estructura federal al Estado sin contar con la aquiescencia de la otra mitad del país era una invitación al desastre.
Poco después Bhutto fue a Dhaka para encontrarse con Mujibur. ¿Fue a hablar de la nueva constitución y de la estructura del Estado? ¡Nooo! Fue a hablar de lo que de verdad le interesaba: el reparto de poder entre los partidos más fuertes en cada uno de los dos Pakistanes. Pero se le olvidaba que Pakistán era todavía un país unido y las urnas habían dado el poder a la Liga Awami. Mujibur salió de esa reunión razonablemente furioso: nuevamente los políticos del Pakistán Occidental, menos poblado, querían ser los que dirigieran la orquesta.
Yahya sintió que la situación se le iba de las manos por momentos. El sector duro del Ejército deseaba resolver el tema por la fuerza. Bhutto, que estaba al corriente, no veía motivos para bajarse del burro y había anunciado que el PPP no acudiría al Parlamento mientras no se resolviese el impasse. Mujibur, por su parte, a base de declaraciones se había colocado en una posición en la que desdecirse de los 6 Puntos hubiera supuesto ponerse a los bengalíes en contra. A la desesperada, Yahya decidió el 1 de marzo suspender hasta el 25 la apertura del parlamento, que estaba prevista para el día 3. El argumento de que no podía inaugurarse el Parlamento si el PPP y los políticos del Pakistán Occidental no estaban presentes, era comprensible. Pero también resultaba comprensible la posición que entonces adoptó Mujibur: entendió que le querían negar la victoria que le habían concedido las urnas y que la única opción que le dejaban era la de echarse al monte.
El 7 de marzo Mujibur pronunció un discurso en el hipódromo de Ramna ante dos millones de personas en el que fijó sus condiciones para acudir a la inauguración del Parlamento el 25 de marzo: el levantamiento de la ley marcial, el regreso de los militares a sus cuarteles, investigaciones sobre las violencias producidas en las últimas semanas y el inmediato traspaso de poderes a los representantes elegidos antes de la apertura del Parlamento. En el discurso hizo un llamamiento a la desobediencia civil y concluyó con estas frases incendiarias: “Nuestra lucha es por nuestra libertad. Nuestra lucha es por nuestra independencia.”
El ala dura del Ejército y los políticos y altos funcionarios del Pakistán Occidental que la apoyaban ya tenían el casus belli que necesitaban: el Pakistán Oriental estaba al borde de la secesión. El 25 de marzo de 1971 se produjeron los primeros choques violentos. Ese mismo día, Mujibur emitió un comunicado oficial en el que decía:
“Hoy Bangladesh es un país soberano e independiente. El jueves por la noche las fuerzas armadas del Pakistán Occidental atacaron súbitamente los cuarteles de la policía en Razarbagh y los cuarteles del Ejército Popular Revolucionario de Pilkhana en Dhaka. Muchas personas inocentes e inermes han sido matadas en Dhaka y otros lugares de bangladesh. Prosiguen los choques violentos entre el Ejército Popular revolucionario y la policía por una parte y las fuerzas armadas de Pakistán por otra. Los bengalíes están luchando con el enemigo con gran valor por un Bangladesh independiente. Que Alá nos ayude en nuestra lucha por la libertad. Joy Bangla.”
La sangrienta guerra de independencia de Bangladesh acababa de comenzar.