En unos días se va a jugar la Superbowl, unos de los eventos deportivos del año que arrasa en audiencias en EEUU año tras año con anuncios que desafían el raciocinio sobre lo que un segundo puede costar.
Pero si eso es deporte, ¿este no es un blog de geología? Sí, tenéis razón, pero para una vez que logro juntar mi profesión con una de mis aficiones, el football americano, continuad leyendo.
En la final de este año, la que hace la Superbowl XLVIII (equis-ele-uve-palito-palito-palito o 48ª) se van a enfrentar los Denver Broncos y los Seattle Seahawks, campeones de sus respectivas divisiones (AFC y NFC) en el estadio Metlife de Nueva York o tal vez debería decir New Jersey.
Entre los jugadores que se enfrentaran por el Vince Lombardi (así se llama el trofeo) hay varios jugadores que destacan por cada conjunto, pero del que me interesa hablaros juega para los Seahawks y su nombre es Marshawn Lynch.Lynch juega en la posición de running-back, la cual es una posición de ataque y habitualmente se sitúa junto al quarterback (este creo que si sabéis quien es) o detrás de él. Su forma de juego puede ser de bloqueo o bien como tomador y corredor del balón, diferente a los receptores (wide-recivers) que corren y les lanzan el balón. Lynch es uno de los mejores jugadores en esta posición y un auténtico terror para las defensas rivales. Su apodo es “Beast mode” (Modo bestia).
http://www.youtube.com/watch?v=xSZdntRnQVg
Este nombre define plenamente lo sucedido el ocho de enero de 2011 (fecha en EEUU a esa hora) durante los playoffs. Los Seahawks se enfrentaban a los New Orleans Saints en un partido apretado en el marcador. Los Seahawks tenían el balón en la yarda 33 de su propio campo a falta de 3:38 del cuarto final ganando por 34-30. Un touchdown les daría una ventaja casi insalvable para los Saint.
El balón es pasado al quarterback y este se lo entrega a Lynch que hace honor a su nombre. Donde otro hubiera sido parado por la barrera que supone la línea ofensiva y defensiva, doce hombres enormes luchando por proteger al que lleva el balón o placarlo, según la camiseta que se lleve, Lynch sale victorioso y aunque dos hombre tratan de placarlo consigue deshacerse de ellos. Un tercero se lanza a por él, y por un instante parece que ha cumplido su cometido, pero como si el corredor estuviera embadurnado de mantequilla, no consigue derribarlo. Un cuarto hombre está cerca, en circunstancias normales nadie podría escapar a eso, pero en un prodigio de energía, con el brazo que no lleva el balón, Lynch no solo se escapa sino que lo humilla empujándolo varias yardas diciéndole que no, que ese balón era suyo y no se lo iba a dar. Ahora, rodeado de sus compañeros y contrarios (hasta su propio quarterback aparece por allí) corre hacía la línea de anotación. Dos defensas más salen a su paso, pero no son capaces nada más que de rozar sus piernas antes de pegar un salto y anotar un touchdown memorable que certificaría el pase de los Seahawks.
Solo habían pasado 16 segundos y recorrido 67 yardas. El Qwest field (ahora se llama Century link), el ensordecedor estadio de Seattle, era una locura. Tal vez, como otras tantas veces, habían roto el record de decibelios en un estadio abierto. ¿No había nadie midiéndolo? Pero como para no volverse locos. Acababa de producirse la jugada que se ha nombrado como “Beast Quake”.
Y el nombre es perfecto para esta jugada porque es lo que produjo. El estadio repleto, más de 66.000 personas gritando, saltando, dándose abrazos de alegría ante una de las más sobresalientes carreras de la historia de la NFL hicieron retumbar el suelo de Seattle y un sismógrafo del la Red Sísmica del Noroeste del Pacífico (Pacific Northwest Seismic Network) detecto este movimiento.
Como declaró John Vitale, el entonces director del centro, normalmente solo se detecta el movimiento producido por el tráfico rodado por esta zona del centro de la ciudad, junto con explosiones de canteras próximas a Seattle, pero este terremoto-humano era la primera vez que se detectaba.
Vitale incluso escribió un artículo posterior en el que estudió todos los registros de la temporada 2010 en la que los Seahawks jugaron en casa, detectándose varios picos de intensidad, pero ninguno comparable al del 8 de enero.Lo realmente bueno de este terremoto, que alcanzó más de 2 grados de magnitud, es como se puede observar perfectamente la secuencia de acontecimientos y la reacción del público mientras están sucediendo. Como el balón es entregado al quarterback (hike), como Lynch rompe cada uno de los placajes contra él, como humilla al rival empujándolo a más de cinco yardas de distancia, como continua hasta el touchdown y lo celebra con sus compañeros, hasta que llega el punto extra, momento en el que el temblor comienza a remitir hasta niveles normales.
Posteriormente se han seguido registrando temblores similares producto de la afición de lo Seahawks, pero ninguno como aquel y esperemos que ninguno tan grande como el que sufren los Gotham Rogues. Aunque ese fue culpa de Bane.