Revista Expatriados

El haiku (3)

Por Tiburciosamsa

El elemento clave en la renga era el “hokku”, la estrofa inicial de esquema 5/7/5 que la comenzaba. Venía a representar todo el poema y era un poco como su título. Era el que daba el tema, el que marcaba el tono que tendrían las estrofas siguientes. A diferencia de la tanka, el “hokku” de la renga tenía que tener peso suficiente como para que de él colgase todo el poema. El “hokku” se convirtió en un elemento tan importante, que su redacción sólo podía encargarse al poeta más competente de los que fueran a componer la renga. Aunque en principio la renga naciese de una colaboración espontánea en la que los poetas iban añadiendo estrofas unos después de otros, comenzó a ocurrir que algunos poetas tuviesen hokkus ya preparados para la ocasión. El interés por el hokku creció hasta el punto en que se convirtió en una forma poética en sí misma. Para mediados del siglo XV ya se había reconocido su carácter de poema independiente.  De la renga de la que había nacido, el hokku se llevó la necesidad de introducir un elemento que hiciera referencia a las estaciones, lo que en japonés se denomina el “kigo”. Desde sus inicios, la poesía japonesa había adoptado el tema de las estaciones como uno de sus favoritos. La recopilación de poemas del “Kokinwakashu”, que data del siglo X, consta de 20 volúmenes. Pues bien, los seis primeros están dedicados a poemas que tengan como tema las estaciones: sendos 2 volúmenes para la primavera y el otoño y sendos volúmenes para el verano y el invierno. De alguna manera los “kigo” llegaron a estandarizarse. Surgieron incluso listas que indicaban qué “kigos” correspondían a cada estación: las Pléyades al amanecer, el arco iris, el cuco, el girasol y la siesta al mediodía son “kigos” de verano; los grillos, las manzanas, las hojas de colores y  las noches largas son “kigos” de otoño; la nieve, las hojas caídas y las ostras son “kigos” de invierno; las golondrinas, las ranas, la neblina mañanera y el agua templada son “kigos” de primavera. Y los “kigos” podían complicarse todavía más. En el siglo XV el maestro Sogi se aplicó al estudio de los “kigos” y elaboró listas tan detalladas que indican que, por ejemplo, el melocotón es un “kigo” apropiado solamente si queremos hablar del 3 de marzo y el lirio sólo funciona como “kigo” para el 5 de mayo. Lo de los “kigos” nos puede parecer bastante forzado, pero en manos de un poeta competente funcionaban bien. Eran una manera de situar el poema en el tiempo y con muy poco esfuerzo le aportaban un contexto muy rico. Otro rasgo de la nueva forma poética es que en su interior tiende a darse una cesura. Un hokku bien construido suele yuxtaponer dos ideas, la primera generalmente expresada en los dos primeros versos de la composición y la segunda en el último.Tanto los autores como los lectores apreciaban sobre todo la capacidad del hokku de retratar un instante en el tiempo. La idea de impermanencia, tan budista, impregna toda la cultura japonesa. La contemplación de los cerezos en flor, que tanto gusta a los japoneses, es un reflejo de esa conciencia de que todo es impermanente. Los cerezos florecen solamente durante un par de semanas y luego, nada. Algo parecido podría decirse de la vida.Voy a ilustrar lo anterior con algunos haikus clásicos:+ De Matsuo Basho:De vuelta de UenoHuelo el follaje de casaAl final de la primavera.”Aquí casi puedo ver al poeta aliviado por estar de regreso en casa y dándose cuenta de que un poco más y se pierde el florecer de la primavera en su jardín.+ De Matsuo Basho:Un banano bajo la granizada otoñalEscucho el gotear de la lluviaPor la noche en la palangana”Me gusta el contraste entre la tempestad que está cayendo fuera y lo que el poeta percibe desde el interior de su casa. Por cierto que este hokku en japonés sonaría así: “Basho nowaki shite/ Tarai ni ame o/ Kiku yo kana”.
+ De Kobayashi Issa:Oh caracolSube el monte FujiPero despacio, despacio.”Me divierte, pero lo encuentro pobre. Me recuerda a lo que hicieron los occidentales cuando descubrieron el haiku a comienzos del siglo XX: convertirlo en una forma transmitir pequeñas anécdotas o pequeñas humoradas. Sí, puede servir para eso, pero corremos el riesgo de olvidarnos de que una buena parte del encanto del haiku está en todo lo que el autor sugiere, pero omite.+ De Matsuo Basho:Un viejo estanque en silencio…Salta una rana al aguaY ¡splash!”Ésta es mi traducción a partir de una traducción inglesa de este poema. Para que veamos la dificultad de traducir un haiku y todo lo que tenemos que interpretar cuando traducimos una poesía tan concentrada como ésta, voy a mostrar cómo tradujeron este haiku Octavio Paz y Ramón María del Valle Inclán:Un viejo estanqueSalta una rana¡zas! Chapaleteo.”(Octavio Paz)El espejo de la fontana,Al zambullirse de la rana¡hace chas!”Valle Inclán ha hecho lo peor que puede hacer un traductor de poesía: la ha interpretado e incluso le ha introducido una rima que el original no tenía. Por cierto que lo que dice el original japonés es:“Furuike ya/ Kawazu tobikomu/ Mizu no oto”.
+ De Arakida Moritake:Una flor que cae, pensé,Volviendo a la ramaEra una mariposa.”Y termino con otro haiku de Basho:Sin que parezcaQue se mueve, el hombre araAl pie de la colina.”¿No refleja realmente cuando vemos a alguien a lo lejos, apenas como una mancha inmóvil?

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