Revista Cultura y Ocio

El Halcón Maltés. Dashiell Hammett

Por Mientrasleo @MientrasleoS
   
El Halcón Maltés. Dashiell Hammett
     “No importa quién quiere a quién; no pienso hacer el bobo por ti. No voy a seguir los pasos de Thursby y de sabe Dios quién más. Asesinaste a Miles y vas a pagar por ello. Yo podría haberte ayudado dejando que se fueran los otros y manteniendo a distancia a la poli con alguna argucia. Es tarde para eso: ya no puedo ayudarte. Y aunque pudiera, no lo haría”.
      A muchos amantes del cine negro este título les recuerda a Bogart, inmediatamente, ahí le pusimos cara a Sam Spade. Así lo conocí yo, por el cine. Me gustó tanto que decidí salir en su búsqueda entre hojas de papel, y por eso traigo a mi estantería virtual El halcón maltés, un hito del cine negro que no debemos perdernos sobre el papel.    
     En 1.530 los caballeros de la Orden de Malta regalaron una estatuilla en forma de halcón, repleta de piedras preciosas, al emperador Carlos V. Fue objeto de robos y desapariciones y reapariciones durante más de cuatro siglos, hasta hoy. En pleno siglo XX reaparece en San Francisco, codiciada por su valor y buscada por Sam Spade, quien a partir del asesinato de su socio, se ve envuelto en dicha búsqueda en una maraña de acontecimientos y acompañado de una clienta muy especial.
      Sam Spade vive a través de la obra de Hammett, de toda su obra en realidad, que son tan sólo cuatro títulos; Demasiados han vivido, Sólo pueden colgarte una vez, Un tal Sam Spade y El halcón maltés. De hecho RBA ha sacado una compilación con el acertado título Todos los casos de Sam Spade no hace mucho. Pero ¿Quién es Sam Spade?
      Sam es un tipo duro, cerca de la cuarentena, es un hombre de la calle. Nos olvidamos de los robos refinados y los detectives impolutos y entramos en los comienzos del detective que hoy sigue estando de moda. Es terco y, cuando menos falta hace, saca la ironía y, desde luego, no se caracteriza por su tacto. Lleva una vida más o menos desordenada, tuvo una aventura con la mujer de su socio, que ya terminó. Y entorna los ojos para retar las mentes ajenas. No tiene problemas en colaborar con la policía, siempre que no le pidan tener tacto porque eso no es lo suyo, protege a quien cree que lo necesita, pero si se trata de sacar la verdad a la luz... todo vale. Un diablo rubio, dijo su autor para describirlo, pero Sam Spade es sin duda alguna mucho más que eso. Es un comienzo para la novela negra contemporánea.      Hammett no se queda en mostrar un detective brillante, eso sería lo fácil. Lo verdaderamente deslumbrante de su obra es la complejidad de la trama, no nos lo parece hasta que no terminamos el libro y tratamos de resumirlo. No se complica la vida ni nos la complica a nosotros y por eso su forma de escribir es seca, pasa del diálogo a la acción, el resto sobra. Tal vez sea eso lo que hace que veamos a Spade como aún más duro. Es una novela callejera y en la calle todo vale, pero sobre todo el dinero. No nos cuesta trabajo adivinar entre sus letras al Hammett detective de Pinkerton, recorriendo calles a la carrera.
      Nos enfrentamos a todos los clásicos del género, hay malos vengativos, malísimos, guardaespaldas torpes y empresarios venidos a menos salpicados con agentes casi entrañables y mujeres fatales. Gente, en definitiva, movida por su propio interés y, lo mejor de todo en este mundo de detectives impolutos y marcados por vete tu a saber que experiencia traumática, en este caso, nadie nos intenta convencer de que el mismo Spade sea demasiado diferente de cualquiera de ellos.
       Un libro que me cautivó y me llevó al resto de la obra de Hammett y que me sirve para recordar que, ni toda la novela negra es nórdica, ni hay que temer estos libros que a priori nos pueden parecer pasados de moda. Sino todo lo contrario.    
     Gracias

Volver a la Portada de Logo Paperblog