No cabe duda de que Paul Thomas Anderson es un cineasta atípico. Proclive a rodar películas densas, complejas y extrañas, posee la rara característica de reflejar en todas sus obras su marca personal, aunque no se parezcan en nada unas a otras. La ágil y corrosiva “Boogie Nights”, la profunda e intensa “Magnolia”, la etérea y surrealista “Embriagado de amor”, la precisa y dura “Pozos de ambición” y la intrincada y atormentada “The Master” conforman una filmografía que, a buen seguro, haría las delicias de algunos psicólogos especializados en mentes laberínticas y jeroglíficas. Ahora presenta “El hilo invisible”, otra minuciosa cinta que desarrolla sobre una serie de personajes interesantes, a los que disecciona, moldea y expone para construir sobre ellos una trama bien rodada y ambientada. Pese a contar con un menor número de excentricidades y diversas recreaciones más convencionales, continúa destilando ese aroma a singularidad y originalidad que acompaña siempre al realizador californiano. Cabe afirmar que, a través de hilos visibles e invisibles, lleva la historia a un terreno en el que se encuentra muy cómodo. Sin embargo, puede no decirse lo mismo de los espectadores, a quienes apabulla con su recreación obsesiva. Ambientada en el Londres de los años cincuenta, muestra la vida de un diseñador de moda responsable de crear el vestuario de las clases sociales adineradas, incluso de la realeza. Su existencia acomodada dará un notable giro cuando conoce a una bella joven que terminará convirtiéndose en su musa y amante. Pero la compatibilidad entre su mundo particular y el de la chica es dificultosa, hasta el punto de que su estructurada y organizada rutina se ve expuesta a sufrir una serie de efectos no deseados. Film con una estética de corte clásico, la fotografía, dirección artística, vestuario, banda sonora e incluso ritmo del metraje nos trasladan a una época y a unas formas artísticas tradicionales. No así el guion ni la naturaleza de los protagonistas, que albergan más matices y dobleces. A lo largo de la proyección se percibe la textura del drama, pero también su mezcla con toques de suspense. Al final, las aristas y los mensajes subliminales que contiene, condimentados a base de silencios, miradas y gestos, indican que se abarcará mejor su esencia en posteriores visionados. Cuestión distinta es que resulte aconsejable volver a verla inmediatamente. Personalmente, dejaría transcurrir un plazo razonable. Ante tanta contundencia, una sobredosis de Paul Thomas Anderson no parece ahora mismo lo más recomendable. Le avalan seis nominaciones a los Oscar (película, director, actor protagonista, actriz secundaria, banda sonora y vestuario) y ha logrado asimismo diversas candidaturas a los BAFTA británicos, los Globos de Oro y los galardones de las Asociaciones de Críticos más prestigiosas. Aun así, y después de ocho ocasiones de haberse hecho acreedor de la estatuilla dorada Hollywood, es improbable que este año pueda llevársela tampoco a casa. El triunfo siempre le ronda, pero no termina de acercarse a él lo suficiente. En mi opinión, ni falta que le hace, habida cuenta su sólida carrera profesional, su importante legión de seguidores y sus numerosos reconocimientos. Sin discusión, estamos ante un artista que no se traiciona a sí mismo. Para concluir, es justo mencionar de modo especial a Daniel Day-Lewis, otro extraño, portentoso y poco convencional talento, como sucede con el propio director. Contemplándole en la pantalla, me recordaba por momentos a su Newland Archer de “La edad de la inocencia” y, a partir de ahí, a un sinfín de interpretaciones memorables. Sus tres merecidos Oscars dan cuenta de una portentosa habilidad para la actuación. Sobre él recae buena parte del peso de “El hilo invisible”, que parece soportar sin dificultad ni sufrimiento. Le acompañan en el reparto la luxemburguesa Vicky Krieps (“El hombre más buscado”, “Hanna”) y Lesley Manville (“Viajo sola”, “Maléfica”).
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Datos del filmTítulo original: Phantom Thread
Año: 2017
Duración: 130 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Paul Thomas Anderson
Guion: Paul Thomas Anderson
Música: Jonny Greenwood
Fotografía: Paul Thomas Anderson
Reparto: Daniel Day-Lewis, Lesley Manville, Vicky Krieps