Hace mucho tiempo, en unos ejercicios espirituales nos pidieron que pensáramos en los siguientes tipos de personas:
- El hombre avestruz. Qué es aquél que esconde la cabeza ante los problemas.
- El hombre payaso. Qué es el que se esconde en que todo está bien de cara a la galería, pero es incapaz de quedarse solo consigo mismo porque le aterra aceptar su cruda realidad.
- El hombre guerrero. Es aquél que quiere conseguir todo con la fuerza, y que ante todos es una persona fuerte, con tintes de frialdad pero en el fondo se esconde un ser inseguro que es incapaz de enfrentarse al mundo sin violencia.
- Por último, el hombre de barro, que aunque pueda parecer el más frágil y maleable, es aquél que se deja moldear en manos de Dios y al final es el más feliz porque sabe confiar en la historia que el Señor tiene escrita para él.
Yo soy una mezcla de mujer guerrera y payasa, ¿Y tú en cuál te encuentras?