Juan Carlos Lozano (Arturo de Córdova) es un inspector de policía encargado de resolver unos truculentos asesinatos de mujeres, agobiado por unos terribles sueños y por la falta de resultados en su investigación, intenta abandonar el caso. Un amigo y colega suyo, el Dr. Eugenio Britel (Miguel Ángel Ferriz), lo convence de que tiene que seguir investigando, pues está convencido que los sueños y el extraño comportamiento de Juan Carlos, tienen un nexo en común. Ambos tienen varias conversaciones e inician un tratamiento para encontrar la solución a esos problemas. Poco a poco surge la verdad, desvelando un oscuro secreto.Aunque parezca mentira, este argumento pertenece a una película mexicana del año 1950, titulada
El hombre sin rostro y, a pesar de ser plenamente consciente de que la cinematografía de México es amplia, variada y esconde auténticas joyas (sobre todo enmarcadas dentro del cine fantástico), no puedo dejar de sorprenderme cuando tengo el placer de descubrir films como éste.
Considerado por muchos como el verdadero padre del cine de terror mexicano, gracias a películas como
Dos Monjes (1934) o
El misterio del rostro pálido (1935), Juan Bustillo Oro conseguiría con esta película una obra clave dentro de su filmografía y un referente para las producciones que posteriormente se realizarían en ese país; y es que con ella prescinde de muchos de los “tics”, localistas y populistas, tan habituales para adentrarse de lleno en una historia densa, que explora los traumas de un hombre, acosado por terribles pesadillas y alucinaciones, que tienen su origen en la absorbente y manipuladora personalidad de su madre; por este argumento (parece que extraído de un caso real) no es difícil afirmar que anticipa, en alguna medida, al famoso
Psicosis de Alfred Hithcock y algunos rasgos de un primario Giallo, sin embargo esta sensación es fruto de una semejanza argumental casi accidental, pues una vez vista la película, se descubre que el realizador utiliza esa situación para hilvanar una historia que prefiere desarrollarse entre el thriller psicológico de suspense y el cine policíaco al uso, utilizando, como desarrollo entre ambos géneros, secuencias oníricas destiladas del mejor cine de terror expresionista.
Es una combinación arriesgada (sobre todo en esos años), pero el director juega con eficacia sus cartas; manejando la atmósfera y el ritmo con maestría, alterna secuencias de una estructura narrativa clásica y ajustada con flashbacks descriptivos que van aclarando, paulatinamente, los traumas reales del protagonista, en medio las ensoñaciones con aires de pesadilla, donde las sombras, la distorsión de la imagen y el terrorífico “hombre sin cara” torturan la psique del protagonista, logrando que la película traspase las fronteras del típico policíaco, adentrándose en caminos más espinosos y retorcidos. Es una obra con una estructura y un concepto global que bebe de diversas influencias, sabiamente mezcladas y condimentadas, para servirnos un completo menú donde se exploran conceptos abstractos del comportamiento humano, donde los traumas, la locura, las pesadillas, la doble personalidad y el remordimiento se entrecruzan formando una espesa madeja, intensa en su puesta en escena, que no deja indiferente.
Si sumamos a estas virtudes una excelente fotografía en blanco y negro, que no hace sino resaltar todavía más la potencia de las imágenes, no cabe duda de que estamos delante de una de las mejores películas, por lo menos que yo conozca, del cine mexicano. Hablando de la fotografía, Jorge Stahl Jr. fue el responsable de la misma, este hombre era un todo terreno en esto del cine, los 171 títulos acumulados a sus espaldas así lo confirman; su trabajo ha estado vinculado a películas tan recordadas como
El espejo de la bruja (1962),
El beso de ultratumba (1963),
La venganza de la llorona (1974) o
Satánico pandemonium (1975), con lo cual poco más se puede decir.En cuanto a las labores interpretativas todas ellas son de gran nivel, en especial las de Arturo de Córdova y Miguel Ángel Ferriz, pues ellos son los responsables de que la poderosa historia y la fenomenal puesta en escena no caigan en saco roto, logrando con sus respectivas interpretaciones un punto de credibilidad totalmente necesario para el film.
El hombre sin rostro, estuvo nominada en los Premios Ariel de 1951 en los apartados de Mejor Fotografía, Mejor Actor y Mejor BSO, obteniendo finalmente el premio a la mejor música, música compuesta por Raúl Lavista.Bueno poco más, solo me queda recomendar encarecidamente el visionado del film a todo aficionado con un mínimo de curiosidad por el género. Lamentablemente encontrar la película no es nada fácil, problema que yo he resuelto gracias a un viejo amigo, coleccionista de toda la vida, que disponía de una vetusta copia en VHS y que no dudó en dejármela, aprovecho estas líneas para agradecer de todo su corazón su ayuda.Bueno amigos/as de
El Terror Tiene Forma, hemos llegado al final, hasta mañana.Saludos!!
Ficha Técnica
Año: 1950 / Director: Juan Bustillo Oro / Productor: Juan Bustillo Oro, Gonzalo Elvira / Guión: Juan Bustillo Oro / Fotografía: Jorge Stahl Jr. / Música: Raúl Lavista / Diseño de Producción: Javier Torres Torija / Departamento Artístico: Alberto Ladrón de Guevara / Maquillaje: Elda Loza / País: México / Duración: 91m. / Formato: 35mm / Proporción: 1.37: 1 / B/N
Ficha Artística
Arturo de Córdova, Miguel Ángel Ferriz, Carmen Molina, Queta Lavat, Chela Campos, Fernando Galiana, Armando Sáenz, Ramón Sánchez, Kika Meyer, Wolf Ruvinskis, Julio Daneri, Josefina Burgos, Matilde Palou.