Revista Medio Ambiente

El huevo y la gallina – cuarta sesión Grinberg

Por Valedeoro @valedeoro

[Este es el relato final sobre mi experiencia con el método Grinberg con el practicante certificado Iván Andrade. Aquí puedes leer los relatos de las sesiones anteriores.]

Triunfo
Cada sesión de Grinberg empieza con un análisis de la planta de los pies para detectar cambios a nivel corporal. Iván me pregunta como estoy. Le digo que “bien” y empiezo a reírme. “Mejor” hubiera sido una respuesta más auténtica y soy consciente de que Iván también lo sabe. Como dice el mismo, el cuerpo no engaña y menos a alguien con experiencia en detectar los pequeños cambios a nivel de postura.

¿Qué vino antes: el dolor o la preocupación?

Hacemos un repaso de situaciones angustiosas para que pueda recordar los lugares físicos donde se manifiestan estas sensaciones a nivel corporal. No deja de sorprenderme cómo el simple recuerdo de una situación estresante, pone al cuerpo en estado de alerta en cuestión de segundos. El pensamiento es suficiente para generar la tensión muscular. Del mismo modo la relajación también puede ayudar a calmar la mente. Hay una retroalimentación directa entre las experiencias del cuerpo y los pensamientos y el método Grinberg aprovecha esta relación para inducir mejoras en tu día a día.

Sigo sin saber qué vino antes: la mala postura que condiciona los pensamientos negativos, o el miedo que se manifiesta en una tensión constante en el cuerpo. Pero Iván explica que no importa que vino primero: lo importante es saber que podemos influir tanto desde la mente y como desde el cuerpo. Y generalmente es más fácil relajar el cuerpo para calmar la mente que al revés.

Puedes conquistar el mundo: pero necesitas mente y cuerpo

Como persona analítica que soy, el método Grinberg me ha abierto una nueva perspectiva: escuchando mi cuerpo puedo detectar frentes abiertos en mi día a día. Si en vez de ignorar estas pequeñas molestias, las tomo en serio investigando cuándo surgen, puedo trabajar en la solución más apropiada a nivel corporal o a nivel intelectual, según el caso.

Esta experiencia también confirma mi experiencia con el poder de las palabras. “Tengo que escribir la entrada para el World Blogging Day” evoca una obligación externa y un rechazo a la misma. “Quiero escribir la entrada para el Blog Action Day para apoyar una causa que me importa” señaliza que es algo elegido y voluntario (y que si no me apetece puedo dejarlo sin hacer).

Aprendizaje: cuídate a todos los niveles

Mi experiencia Grinberg me ha mostrado que no somos solo mente, ni solo cuerpo. Hay una conexión directa entre los dos y vale la pena prestar la atención que se merecen a las dos partes. Ahora me falta practicar lo aprendido:

  1. Reconocer las situaciones en las que no me siento a gusto y explorar cómo se manifiesta esta situación a nivel corporal. La respiración y la relajación consciente harán el resto.
  2. Poner más atención en la forma en la que percibo el mundo. Volveré a incorporar la tricotomía del control de los estoicos en mi día a día para aprovechar la energía en cosas que puedo cambiar.

Como nota aparte: ahora entiendo el dicho de que el humano necesita 4 abrazos diarios para sobrevivir, 8 para sentirse bien y 12 para crecer. Mimar el cuerpo es mimar la mente.
¡Aprovecha este día y mímate!

[Esta es la entrada final de una serie sobre mi experiencia con el método Grinberg, guiada por Iván Andrade (Qualified Practitioner of The Grinberg Method). Aquí puedes leer las otras entradas.
Si te interesa experimentar una sesión gratis con Iván en Barcelona, no dudes en llamarle al 606 313 153 y saludarle de mi parte.]


Imagen: Fundarpe / flickr


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