¿Se acuerdan de Serre? Le adorábamos de chavales. Tenemos todavía alguna carpetilla azul marengo de aquellas, repleta de sus chistes recortados del dominical. Dentro de su visión surrealista y dislocada del deporte, la salud, la política o la sociedad siempre había hueco para la crítica y el bofetón contra las injusticias y el absurdo colectivo. Como pasaba también con las Ideas Negras de Franquin, si cabe, mucho más ácidas, absurdas e inmisericordes con los ritos sociales que todos los ejemplos anteriores.
Nos acordamos de todo esto y de tantos maestros gracias al descubrimiento reciente de un autor que encierra un poco de todos ellos, pero que despliega una colección de recursos realmente original, así como un lenguaje artístico rico y simbólico. Se llama Pawel Kuczynski, es natural de Szczecin (Polonia) y le dedica sus dardos envenenados a la modernidad supertecnológica e hipertrofiada que nos toca vivir. En sus "chistes" el ser humano parece caminar hacia la esclavitud del chip y el código binario o directamente hacia la autodestrucción ecológica; todos sometidos ante el Gran Hermano Corporativo que nos vende los enchufes y que apagará la luz cuando el ruido catódico suene demasiado alto o amenace tormenta. Y de fondo, la idea clásica y tenebrosa de que (como parece demostrar la realidad nuestra de cada día) sólo somos peleles de trapo y paja que nos creemos Guy Fawkes redivivos con máscaras made in Moore, Lloyd & Cía. Títeres en manos, ahora del FMI, luego de Bayern, Exxon o Bankia; y más tarde de la CEE tecnocrática, la CIA, la Troika, el OPUS o la sigla primigenia que las parió a todas ellas.Elimínenle el tono airado al discurso, sustitúyanlo por la mirada inteligente y la ironía poética, y ahí lo tienen, Pawel Kuczynski en estado puro.









Vía Pulso Ciudadano
