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El John Le Carré que surgió del frío para Martin Ritt

Publicado el 02 mayo 2013 por Fimin

02 de Mayo del 2013 | etiquetas: Espionaje, Cine clásico

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La Guerra Fría supuso la aparición de un estado de psicosis general donde la paranoia se convertía en el centro de las políticas exteriores de gobiernos de todo el mundo. En esta guerra no todo era la carrera por llegar antes al espacio, y eso se demuestra en las complejas y potentes redes de espionaje que crearon los estados de todo el planeta. El cine no ha dejado esta cuestión de lado y nos ha regalado joyas de indiscutible talento que han fundado su propio género. Es el caso del cine de espías, de "El Topo" de Tomas Alfredson, pero también de la fundacional película de la que bebe directamente.

2 Oscar, 4 premios BAFTA o 1 Globo de Oro. Señales inequívocas de la grandeza que atesora "El espía que surgió del frío", una película que entreteje la red de espionaje con la que el Reino Unido y Alemania tanto amor se profesaban. Agentes convertidos en marionetas al servicio de complots dentro de enrevesadas misiones tapadera. Probablemente la mejor película sobre espionaje jamás rodada se traduce en una inmejorable adaptación de una de las mejores novelas de John Le Carré a cargo de Martin Ritt. ¿Pero como llegó precismante a manos de Ritt?. El propio Le Carré es quin nos lo cuenta desde las páginas de New Yorker.

El John Le Carré que surgió del frío para Martin Ritt


‘’Cuando recuerdo mi primer encuentro con el director americano Martin Ritt, quien adaptó al cine mi novela ‘’El espía que surgió del frío’’, me ruborizo al pensar la ridícula ropa que vestí aquel día. Era 1963. El libro aún no había sido publicado. Ritt había comprado los derechos arrastrado por la fuerza de un manuscrito que acabó en sus manos por mi agente literario o por mi editor, o quizás por alguna alma brillante que trabajaba en la oficina de duplicados y tenía un amigo en el estudio de cine Paramount. Después, Ritt se jactó de haber robado los derechos, un acto supuestamente delictivo con el que resulté estar totalmente de acuerdo. Lo percibí como un hombre de una generosidad ilimitada y se había tomado la molestia de volar desde Los Ángeles junto con unos amigos cercanos para regalarme una comida en un altar de lujo en el hotel Connaught, y así poder hablarme de forma halagadora de mi libro.

Viajé desde Bonn, la capital de Alemania del Este, a cuenta de su Majestad, la Reina de Inglaterra. Servía como diplomático y jamás había tenido la ocasión de conocer gente del cine personalmente. Durante mi infancia, al igual que todos lo niños de mi época, quedé perdidamente enamorado de Deanna Durbin y era fan de los "Three Stooges". En los cines de tiempos de guerra neutralicé varios aviones alemanes pilotados por Eric Portman y vencí a la Gestapo de la mano de Leslie Howard (mi padre aseguraba que portman era nazi y que por ello deberían internarlo). Pero ya se sabe, recién casado, con niños, y apenas dinero en los bolsillos, poco cine pude ver desde entonces. Tuve a mi servicio un adorable agente literario afincado en Londres cuya principal ambición de vida era tocar la batería en una banda de jazz. su conocimiento del mundo cinematográfico tuvo que ser más amplio que el mío, aunque sospecho, no por mucho. Sin embargo, fue él quien logró el acuerdo para adaptar mi novela....y yo quien firmó el contrato durante una entrañable comida".

El John Le Carré que surgió del frío para Martin Ritt


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