El juego es la actividad rectora del niño, es decir, la actividad a la que dedica la mayoría de su tiempo y energía. En los adultos, por ejemplo, la actividad rectora es el trabajo; la diferencia principal entre estas, es que mientras un adulto trabaja por necesidad, realización personal e inclusive por obligación; el niño juega por puro placer, sin ningún objetivo en mente, juega simplemente porque disfruta hacerlo, y he ahí justamente donde reside el gran poder que tiene el jugar.
¿Por qué el juego ayuda con el desarrollo de los niños?
Es probable que alguna vez hayamos escuchado que el jugar es bueno para los pequeños, pero ¿por qué?; el juego es una herramienta para el desarrollo infantil por muchas razones, exploremos algunas:
- Al realizarse de manera totalmente voluntaria por los niños, el juego supone una actividad que no genera frustración o hartazgo prolongado, lo cuál permite al
niño intentos repetitivos (prueba y error), relajación y alegría. - El juego supone una atmósfera sin riesgos, donde el niño puede experimentarse en distintas facetas y retarse en distintas áreas. Con el tiempo, todos estos
“experimentos” se integran a la realidad con menos miedo y más probabilidades de éxito. - Por su naturaleza, el juego estimula todas las áreas de desarrollo: físico, emocional, social, cognitivo y de lenguaje.
- Jugar con nuestros hijos crea el escenario perfecto para una compenetración emocional saludable y amorosa.
Aportes del juego al desarrollo infantil
Entrando en detalle, descubramos cuáles son algunos de los aportes que puede tener el juego en el desarrollo de nuestros hijos:
- Aporte físico/motriz: El juego en el área motriz ayuda a desarrollar mayor capacidad de movimiento, rapidez en los reflejos, destreza manual y coordinación.
- Aporte cognitivo: En el juego se hace un uso potenciado de la memoria y atención.
Asimismo, el niño comienza a relacionarse con nociones de causa-efecto, establecimiento de juicios, análisis y síntesis. Fortalece sus capacidades para seguir instrucciones, imaginar, etc. - Aporte en el lenguaje: Jugar le permite al niño tener diálogos (con otros o con ellos mismos) en los que puede intentar usar distintas composiciones verbales sin verdaderas consecuencias. Lo que le aporta práctica constante y confianza.
- Aporte emocional: El juego es un momento de alegría para el niño, por lo que al jugar el pequeño desarrolla satisfacción por la vida, afectividad, confianza, socialización, entre otros. Al mismo tiempo, gracias a la interacción con los demás el juego ayuda a desarrollar confianza, autonomía e iniciativa.
- Aporte social: El jugar con otros niños significa obtener las herramientas necesarias para la vida en sociedad como conocer de límites, de amabilidad y de turnos, todo esto deviene en la maduración de la personalidad.
¿Cómo aprovechar el juego para estimular el desarrollo de los niños?
Ahora bien, te preguntarás cómo lograr que tu hijo aproveche al máximo todo lo que el juego puede aportar a su vida. Te compartimos aquí algunos puntos clave para lograrlo.
- Deja que tu hijo juegue libre, es decir que siga sus propias iniciativas lúdicas.
- Aunque es positivo que sepan jugar solos, usualmente procura acompañarlo, un adulto cerca favorece juegos más largos y complejos, lo que promueve mayor uso de sus capacidades.
- Busca las oportunidades que permitan el juego con otros niños.
- Entre más largo, variado y complejo será el luego; más beneficios aportará.
Por último, te recomendamos seguir informándote acerca del juego como herramienta de desarrollo, es un tema que se actualiza constantemente y que en definitiva como padres requerimos conocer. Buscar blogs, cursos en internet u otras fuentes de información te brindará de muchas herramientas para acompañar de la mejor manera a tu pequeño.