
Sensual, erótica y elegante, El juego de la inocencia transcurre en la Francia de finales del siglo XVIII, justo en vísperas de un acontecimiento histórico crucial, en una época conocida por la falta de moralidad de las costumbres y por las muchas desigualdades sociales.Louis de Argenteuil, joven ocioso y libertino, ve amenazada la comodidad de su vida cuando su tío Eustache, harto de su desidia y ante su inminente nuevo matrimonio, decide retirarle su ayuda económica.Louis tendrá ocasión de desquitarse seduciendo a Hélene Villiers, la futura esposa de Eustache. Una muchacha sencilla e inocente, recién salida de un convento, a quien enseñará toda clase de juegos carnales, siempre dejando intacta su virginidad.Resguardar la virtud de Hélene supondrá todo un desafío para Louis, un descubrimiento para Hélene y una sorpresa para ambos.
Leer el arte de convertir un hombre narcisista y egoísta en un enamorado ha sido todo un reto, pero cuando la autora lo hace con semejante exquisitez, incluso con un personaje tan poco dado a despertar la empatía del lector, resulta un placer. Marisa ha logrado algo muy difícil porque ha apostado muy fuerte por un personaje superficial, dado al más absoluto hedonismo, de dudosa moralidad, y ha salido airosa ya que ha conseguido crear un hombre real, no un héroe. Y no ha sido solo este personaje tan atípico lo que me ha fascinado, también ha sido su prosa: elegante, cuidada, deliciosa, sin hablar de la ambientación tan rica en detalles.

El juego de la inocencia es una novela atrevida que mezcla historia y erotismo (aunque diría que es más sensual que erótica), magistralmente relatada. El mayor acierto ha sido convertir esta relación, que aparentaba ser imposible, en algo plausible, incluso convincente. Es una obra a tener en cuenta, por su originalidad, su prosa, y sus personajes. Enhorabuena a la autora, porque ha apostado fuerte y para mí, que no soy una lectora asidua de novelas eróticas y siente auténtico rechazo hacia los personajes dominantes y manipuladores, ha conseguido que me metiera de lleno en esa Francia tan deliciosa como implacable, incluso que me encariñara con la pareja. Pero si me he enamorado de algo es de la prosa de Marisa Sicilia.
