El juez corrector

Cedo todas mis humildes posesiones, por un buen corrector.
Incluso tener varios me encantaría. En lugar de decir, "mis abogados" que ya saben ustedes que esa expresión es síntoma de pertenencia a la élite, no sabemos a qué clase de élite, pero al fin y al cabo élite... pue sí, en lugar de decir "mis abogados" aún me gustaría más decir "mis correctores"... y es que mola que es una barbaridad...
Me cuentan mis amigos que saben de estas cosas que, en el mundo de la edición, el corrector es pieza clave. Tienen tal fuerza que son capaces de superar al sujeto-creador. Su opinión es esencial, certera, necesaria, definitiva. Se quita lo que él señala, se pone lo que él sugiere.
Tan importante es esta figura en la vida pública española, que ya hay profesionales que se están reciclando para correctores. Supone poder, supone estatus, supone... bueno que cada quién piense lo que ello puede suponer.
"Manos -----" cuya segunda palabra me niego a pronunciar, tuvo suerte al encontrar el corrector de su vida. Para más datos aquí.
El juez corrector se verá aparatado de la causa de forma provisional mientras la Sala de lo Penal, del Tribunal Supremo resuelve la recusación del susodicho, presentada por Garzón.
Como verán todo un ejemplo de democracia, de equidad, de justicia.
Que ustedes pasen buen día y procuren no sulfurarse en demasía. Si no, ya saben... agenciense un corrector. Lo mismo les cambia su suerte. Aunque absténganse de usar al Instructor Varela, porque es ya tan afamada su fama correctoril que me han contado las cotillas de la corte que la cola es enorme, grande, poderosa.
Obviamente, me refiero a la cola para contratar sus servicios. ¿Qué pensaban?