SinopsisLos integrantes de un modesto despacho de abogados de provincias se verán envueltos, sin quererlo ni desearlo, en un caso que les supera totalmente: drogas de diseño, blanqueo de capitales y corrupción a gran escala.Efrén Porcina, un tipo encantador que ronda los ciento treinta y ocho kilos, sigue una dieta por internet y lleva una vida tranquila, y su única socia, Salomé, una secretaria cuando menos particular que cambia de novio cada dos por tres, junto con la inestimable ayuda de un ex policía borrachín, serán los encargados de arrojar luz y buscar la verdad en un intrincado caso con ramificaciones internacionales. Las vidas de unos y otros estarán pendientes del acierto de un juez, la cordura de un jurado popular y el misterioso jurado número diez.
AutorReyes Calderón, nacida en Valladolid en 1.961, compagina escritura y Academia.Doctora en Economía y Filosofía, es profesora en la Universidad de Navarra, de cuya facultad de Economía es decana desde 2.008.Visitante en las universidades de Berkeley y La Sorbona, su firma es asidua en artículos y conferencias. El jurado número diez es su octava novela. Público y crítica aplaudieron su saga, protagonizada por la juez Lola MacHor, en los exitosos Los crímenes del número primo, El expediente Canaima, El último paciente del doctor Wilson o La venganza del asesino par, como sin duda harán con los personajes de esta, ante quienes es imposible permanecer indiferente.
ArgumentoEfrén Porcina tiene un pequeño bufete, en su propia casa, en el que trabaja junto a Salomé, su secretaria y socia.Un día ésta se ve metida en un lío y para conseguir salir de él idean un plan. Pero es peor el remedio que la enfermedad y de pronto se ven envueltos en una trama de blanqueo, narcotráfico y corrupción.
- Son las siete de la tarde. Estoy en la segunda planta del edificio de la Audiencia Provincial, en un pasillo estrecho, sentado en un incómodo banco, próximo a la sala del jurado. Me duelen todos los huesos. Llevo seis horas —seis horas y siete minutos para ser exactos— aquí plantado, las mismas que los jurados llevan encerrados deliberando. Estoy solo. Los de la prensa (esto está lleno de periodistas) se han ido a cenar. Yo no. Mi vida está en juego: no osaría moverme. Además, dudo de que mi estómago admitiera siquiera un vaso de agua.
- Veamos, los hechos, libres de pluma y paja, son estos: si el jurado popular considera culpable al inspector y el magistrado lo condena, Lupo irá a la cárcel una buena temporada y nosotros podremos continuar con nuestras rítmicas y anodinas vidas. Si el veredicto es otro..., entonces, Salomé y yo daremos trabajo al forense porque, no me cabe duda, necesitaremos autopsia. Sí, ha leído bien: autopsia. Comprenderá que esté como un flan...
- Algún indicio había, porque la secretaria de Fulano me dio el pésame en el mismo instante en que entré en su despacho, de modo que tenía noticia de lo ocurrido, y nada hace suponer que no se lo comunicase de inmediato a su jefe. ¿Es, por tanto, descabellado pensar que, al enterarse del fallecimiento de mi padre, se vio libre de aquel pacto entre caballeros y decidió cortar por lo sano y propinarme una sonora patada en el culo? Yo consideré que no. De ahí que saber qué posible pacto tenía Fulano con mi padre se convirtió en una de las metas de mi nueva vida.
Opinión personalMe gusta muchísimo esta autora y era una adicta a la serie protagonizada por la jueza MacHor. Pero en un blog tuvieron la fabulosa idea de reventarme El último paciente del doctor Wilson y por si eso fuera poco, la editorial, en la sinopsis de La venganza del asesino par, lo terminó de destripar por completo. ¿Quién me mandará a mi leer algunas veces cosas que no debo?.
Antaño me volvían loca las series, películas o libros donde aparecía un juicio. Creo que fue desde que ví Testigo de cargo, más o menos en la época en que se estrenó (es broma, que no soy tan mayor, pero casi); posteriormente me dio por las novelas de John Grisham, al que pienso que la autora hace un homenaje, porque el norteamericano tiene uno titulado simplemente El jurado. Pero este tema terminó por cansarme, como todo, y ahora me he reconciliado con esta especie de subgénero.Empiezo por el final: este libro es magistral, pero soy una pijotera de las de estudio y tiene unos cuantos fallos (creo que en el cine se llaman raccord, pero no sé como se les denomina en literatura) que me han puesto los pelos como escarpias. Me he acostumbrado a las faltas de ortografía, a los errores en la sintaxis, pero no puedo soportarlos en algo que conozco bien, como es el caso. Por eso no tiene un diez, porque si yo no hubiese sabido del tema del que me estaban hablando, hubiese sido la nota merecida.Ambientada en una localidad ficticia de la provincia de Alicante, la obra está estructurada en un prólogo, tres partes, subdivididas a su vez en 45, 48 y 8 capítulos, y un epílogo; todos los capítulos son muy cortos, lo que agilizan mucho el ritmo del relato.La novela, con un inicio estremecedor, está escrita en primera persona, por un narrador personaje, (excepto el epílogo, que lo está en tercera) con un ordenamiento temporal in extrema res (la narración empieza casi con el final de la historia y después se nos cuentan los acontecimientos a través de un racconto) y con un orden cronológico discontinuo (la temporalización es anacrónica, llena de retrospectivas y prospectivas, con continuos saltos temporales hacia atrás y hacia adelante).Con un estilo directo y ameno, muy detallista, con mucho humor y con unos monólogos interiores fabulosos, tiene una trama sólida, que está muy bien construida y perfectamente engarzada, con un ritmo que va de menos a más conforme avanzamos en su lectura, con algunos giros magistrales; el constante corte del hilo argumental no ralentiza en absoluto la historia, al contrario, la dinamiza enormemente.Los personajes muy bien perfilados, tanto a nivel físico como psicológico, con un Efrén Porcina, el protagonista, completamente redondo, igual que el antagonista, Rafael Torino. Además, la autora ha conseguido romper con el acostumbrado maniqueísmo de la inmensa mayoría de las novelas, demostrándonos que todos los malos esconden algo bueno y todos los buenos ocultan algo malo.
Me han llamado la atención los apellidos y apodos utilizados, todos relacionados con el mundo animal (Torino, Porcina, Lupo...) o la de llamar a uno de los secundarios Fulano de Tal. No he empatizado nada con Salomé, que me ha parecido patética, y si tengo que elegir me quedo con el de doña Emilia, la anciana vecina de Efrén.Los escenarios y ambientes bien conseguidos, poniéndose de manifiesto la ingente labor documental realizada por la autora: los despachos de abogados, los juicios, las bandas, la policía, la corrupción. Aquí, para seguir con el anonimato de la ciudad, las calles no tienen nombres comunes y una, por ejemplo, se llama ZZZ.El desenlace, con un giro argumental inesperado, es sorprendente e impactante.Si aún no has leído a Reyes Calderón, este libro, que no pertenece a ninguna serie de esas que me hacen perder la cabeza, es ideal para empezar a conocerla.
- Si quieres ser rico, no te afanes por incrementar tus bienes sino por reducir tu codicia (Epicuro de Samos).
Valoración: 9,5
Leído el 2 de Mayo de 2.012