Han pasado ya varias semanas, pero aún nos quedaba algo pendiente de nuestro #viajeatarraco: El tercer y último capítulo. Quizá porque de lo que hoy hablaremos es lo menos “perecedero” por llamarlo de alguna forma, ya que os hablaremos de nuestra comida en el Llagut.Así como las otras dos entradas en el blog: #Viajeatarraco: un inmejorable sábado nos espera y #Viajeatarraco II: unas tapas o canapés de la Antigua Roma fueron más centradas en el evento Tarraco Viva y Tarraco a Taula, nuestra visita al Llagut aunque tiene una relación directa por el menú que tomamos y fue el mismo día, la centraremos más en nuestra experiencia en un restaurante que teníamos anotado como visita obligada en Tarragona y del que habíamos oído, y seguimos oyendo, maravillas.
Seguimos con un Calamar relleno de mejillones y puerro sobre remolacha con salsa para marisco según Apicio. Sabemos que en Llagut apuestan mucho por el pescado, mucho más que por la carne. Seguramente al elaborar este plato estaban en su “salsa” por utilizar un adjetivo culinario. Y lo demostraron.
El calamar debía ser grande por las raciones que sirvieron, ya que no era una pieza sino trozos. No por eso era menos sabroso. Extraordinariamente fresco, la salsa era suave y la combinación de ingredientes justa. No sabremos nunca como Apicio llegó a esta salsa, incluso tendríamos que reflexionar si no la tomamos a diario por haber derivado en alguna de las habituales que hoy en día usamos. Aunque difícil de identificar, no resultaba totalmente desconocida.Seguimos con otro pescado fresco y terso cocinado seguramente al horno y acompañado de una salsa típica de la época romana: La salsa Alejandrina.
La Armonía estaba presente en este plato. Deliciosa y en su punto de cocción para preservar su jugosidad. Realmente todas las salsas que acompañaron a los platos estaban pensadas para cada ingrediente. Se notaba una dedicación y un esfuerzo, un interés por conseguir la mejor combinación. Todas casaban, salsas espesas, casi purés, concentradas y sabrosas. En el caso de la merluza Llagut confirma el apellido de Marinera y se lo gana a pulso.El postre fue una Pera al Defritum en el que aprovecharon una vez más la oportunidad de poner algo típico de la zona como es el Manjar blanco, un postre típico tarraconense.
Muy ligero, el imprescindible dulce para rematar la estupendísima comida que tomamos. El defritum es un jugo confeccionado con la reducción de mosto, lo que le otorga un punto agridulce muy especial. El manjar era ligero, bastante líquido, lo que no daba ninguna sensación de pesadez y lo convirtió en el postre ideal para finalizar el menú.La comida fue muy bien acompañada de un vino ya conocido por nosotros: Cosmic, que conocimos en la fina Vinum Nature. En este caso un Cabernet Sauvignon con tres fermentaciones.
Es cierto que nuestra visita al Llagut no fue improvisada y hablamos de unas jornadas extraordinarias que provocaron la modificación de su carta. Pero eso no debe ser algo que nos haga pensar que lo que vivimos fue una anécdota. Llagut forma parte de la red de restaurantes de Slow food, trabajando hace tiempo y apostando por el producto fresco de temporada y de proximidad. No entraremos en demasiados detalles, os hemos hablado del slow food en varias ocasiones y volveremos a repetir seguro, pero esta forma de encarar la gestión de un restaurante es una dificultad añadida que seguramente solo puede ser compensada por la pasión de algo en lo que crees. Si no fuera así, estar pendientes de donde conseguir los ingredientes, no saber de qué cantidad puedes disponer o tener que estar adaptando la carta constantemente, haría tirar la toalla a más de uno. Ahora nos queda una visita llamemosla “normal” para saborear sus famosos arroces. Esperamos que no pase mucho tiempo, aunque tenemos muchos slowfoods pendientes. Tal y como os contamos en la jornada de showcooking que hicimos con algunos de ellos, es la excusa ideal para hacer turismo interior y sacar el máximo provecho de lo que nuestra generosa tierra nos provee.
Por último, agradecer una vez más a Silvia de Amigastronómicas la oportunidad de pasar junto a otros colegas gastrónomos una magnífica jornada en Tarragona de la que guardamos un gran recuerdo y de la que nos trajimos sobre todo, grandes compañeros de viaje, ya fijos en el camino!!