Es necesario hacer terapia a las culturas si queremos entregar un horizonte despejado de traumas a las nuevas generaciones. ¿Qué sentido tiene educar para la libertad mientras cargamos en lo hombros de nuestro hijos y alumnos un pasado traumático ...? Si queremos entregarles un futuro inocente necesitamos de terapeutas culturales.
La encargada de esta terapia ha de ser una nueva educación basada en el autoconocimiento, que enseñe a sus alumnos a gestionar sus emociones, sus pensamientos y su imaginación y, así, desde una perspectiva de conocer prácticamente la naturaleza humana, estudiar la historia desde la profundidad de la psicología de la dualidad, que ha gobernado durante milenios nuestro pasado. De esta forma será posible borrar desde una comprensión sabia, sin juicios, los traumas que tantas veces nos han hecho enloquecer hasta llegar a la locura de las guerras. Los maestros, que se preparen en este campo, pueden convertirse en auténticos terapeutas culturales y, por lo tanto, en sanadores del futuro de sus alumnos.Revista Educación
La visión de una historia movida por causas políticas y sociales es meramente superficial, si penetramos más allá de este envoltorio, de esta mirada aprendida en nuestras escuelas, y profundizamos hacia una visión sicológica de los pueblos empezaremos a encontrarnos con las causas esenciales que explican los grandes acontecimientos históricos. Los pueblos, como las personas, han sufrido traumas, pero a diferencia de éstas no han contando con terapeutas que les ayuden, y sus traumas se han convertido muchas veces en auténticos agujeros negros generadores de grandes conflictos. Un pueblo atrapado en un trauma histórico, que no es más que una emoción no superada, tenderá a buscar culpables en su entorno de lo que le ocurrió en generaciones anteriores, es como si una mujer violada por un hombre, que ya ha sido ajusticiado por su delito, proyectase su culpa en los demás hombres de su entorno, la mujer ya no necesita justicia, sino un terapeuta. Los pueblos han sufrido muchos traumas que les lleva a proyectar el pasado en su presente, cerrándoles el paso a un nuevo futuro, a un futuro libre de cargas del pasado, a un futuro inocente. Los pueblos necesitan terapia si queremos alcanzar la creación de una humanidad libre de hipotecas del pasado y de luchas entre culturas, una humanidad de ciudadanos del mundo que en vez combatir entre sí colaboren para hacer lo imposible posible.