Enseñar en su significado más esencial es conectar dos mundos: el interior con el exterior. Por eso, el educador ha de conmover para despertar a la vida interior y ha de enseñar a mirar para abrirse a la exterior; una vez logrado esto, el flujo entre ambos mundos lo establece el maestro con su propio ejemplo, dejando que libremente su propia sabiduría aflore en palabras y hechos. Conmover, mover por dentro, sólo lo puede lograr el educador abriendo su corazón a sus alumnos o hijos; cuando esto ocurre la enseñanza sobrepasa lo previsible, convirtiéndose en algo indomable, salvaje en el sentido bello de la palabra, que transforma tanto al educador como al educando: es un descubrir la vida como algo que se crea a cada paso.
María Montessori nos enseña a educar sin imponer, facilitando
que los alumnos aprendan a conectar los dos mundos