Revista Expatriados

El Mar del Sur de China

Por Tiburciosamsa


Cuando era joven e inocente, el Mar del Sur de China evocaba para mí playas tropicales, Sandokán en un junco pirata, aventuras, romance… Hoy, que sigo siendo joven, pero me he dejado la inocencia por el camino, el Mar del Sur de China me evoca tráfico de contenedores, yacimientos de hidrocarburos y luchas geopolíticas. Decididamente, era más feliz antes.
El Mar del Sur de China cubre una extensión de unos 3 millones y medio de kilómetros cuadrados. Al norte está más o menos delimitado por el Estrecho de Taiwán y al sur por los estrechos de Malacca y Singapur y la isla de Borneo. A este y oeste lo delimitan las islas Filipinas y la costa de Vietnam y del sur de China, respectivamente. Es una de las principales rutas del comercio marítimo y alberga importantes yacimientos de hidrocarburos. O sea, que lo tiene todo para ser un oscuro objeto de deseo entre los países ribereños.
Seis o siete países (todo depende de si consideramos a Taiwán un país) tienen reivindicaciones territoriales sobre el mar que se solapan: Brunei, China, Filipinas, Indonesia, Malasia y Vietnam. Las más jodidas de estas reivindicaciones son las que se refieren a las islas Spratly, que se encuentran en el centro del mar (China, Filipinas y Vietnam), las islas Paracelso (China y Vietnam), el yacimiento gasífero de Malampaya (China y Filipinas) y las islas Natura y su yacimiento gasífero (China e Indonesia). ¿Se percibe el patrón? ¡Bingo! Sí, que en todos los choques de reivindicaciones está metida China.
Que China tenga reivindicaciones que se solapan hasta con la lejana Indonesia se debe a que China basa sus reivindicaciones en unos supuestos derechos históricos. En 1948 la entonces República de China de Chiang Kai-shek se sacó de la manga un mapa en el que 9 líneas delimitaban la parte del Mar del Sur de China que China reclamaba. La descripción de lo reclamado es muy sencilla: prácticamente todo. No está claro, aparte de la chulería, cuáles fueron los fundamentos para lo reclamado en el mapa. Puede que Chiang Kai-shek ya sea historia, pero su mapa fue desempolvado por la República Popular China en los años ochenta y ahora está en el centro de sus reivindicaciones.
Puede que los fundamentos sobre los que China basa sus reivindicaciones sean un poco flojos, pero eso no hace que otros países sean inocentes del todo. Malasia y Vietnam formularon una propuesta de delimitación del mar que hacía una interpretación más que generosa de la Convención de Naciones Unidas de Derecho del Mar.
Por si fuera poco, hay potencias exteriores con ganas de meter la cuchara por aquello de a río revuelto, ganancia de pescadores. EEUU ha visto que las rivalidades en el Mar del Sur de China le proporcionan la oportunidad de aparecer como el sheriff bueno que viene a proteger a los desvalidos del matón chino. La India, por su parte, ya que China anda metiendo las narices en su patio trasero, también ha empezado a husmear en el Mar del Sur de China. Porlo pronto ya ha conseguido que Vietnam deje que sus navíos utilicen el puerto de Nha Trang la posibilidad de participar en las exploraciones que realice Vietnam off-shore en busca de hidrocarburos.
En 2002, anticipando la que se podía montar, los países de la ASEAN y China firmaron una Declaración de Conducta. Estas Declaraciones suelen consistir en afirmaciones bombásticas de que todos somos muy amiguitos (“Reafirmando su determinación de consolidar y desarrollar la amistad y cooperación que existen entre sus pueblos y gobiernos con vistas a promover un partenariado orientado al siglo XXI de buena vecindad y confianza mutua”) y el reconocimiento de que todos amamos, respetamos y veneramos la Carta de las NNUU y el Derecho Internacional. La madre del cordero en estas declaraciones suele estar en algún artículo modestito hacia el final del documento que es el que importa. En el caso de esta Declaración, el artículo clave era el décimo y último en el que se comprometían a la elaboración de un Código de Conducta jurídicamente vinculante. Porque sí, el resto del texto era muy bonito, pero jurídicamente tenía la misma validez que un testamento firmado por Pepito Grillo.
Lo bueno de las declaraciones es que dejan la conciencia muy tranquila. Uno siente que ha hecho algo útil y puede dedicarse a otros menesteres. Eso, hasta que la disputa vuelve a avivarse.
En 2009 Malasia y Vietnam elevaron una propuesta de delimitación del Mar del Sur de China a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental, un organismo encargado de examinar la información que le presentan los Estados para la delimitación del límite exterior de su plataforma continental. Parece que en su propuesta barrieron bastante para casa. China montó en cólera, desempolvó su mapa de las 9 líneas y declaró que gozaba de soberanía sobre el mar, que además consideraba una cuestión de interés fundamental. Advertencia: cuando China dice que una cuestión le es de interés fundamental (p.ej. Tibet) es que no va a tolerar ni la bromita más inocente al respecto. Así que de las tocadas de huevos ya ni hablemos.
Los dos últimos años han estado plagados de incidentes. El año pasado un pesquero chino cortó unos cables de exploración de un navío vietnamita y ambos países casi llegaron a las manos. Más recientemente, el pasado abril, un barco de la Armada filipina fue a detener a unos pescadores chinos que estaban faenando en una zona que Filipinas considera suya e inmediatamente acudieron tres navíos civiles chinos para entorpecer al buque y permitir la huída de los pesqueros.
Aunque últimamente mucho de lo que se publica sobre el Mar del Sur de China es del género alarmista y parecería que la cuestión principal es cuándo estallará el conflicto, no si estallará, yo soy de los optimistas. Pienso que ni China ni los países de la ASEAN tienen ningún interés en que la sangre llegue al río. Los países de la ASEAN saben que en un enfrentamiento a muerte con China tienen todas las de perder. Pero eso no implica que la victoria le saliesebarata a China. Tendría que enfrentarse a la animadversión de sus vecinos del sur por muchos años, más el riesgo añadido de que potencias externas a la región, especialmente EEUU y la India se inmiscuyesen en el Mar del Sur de China y le hiciesen la vida algo más difícil.
De hecho en el último año ha habido signos positivos que, curiosamente, han tenido menos eco en la prensa. El Presidente Hu Jintao y el Primer Ministro Wen Jiabao han reafirmado en varias ocasiones en el último año que las directrices para la resolución de los conflictos marítimos pasan por la cooperación económica primero y luego por la resolución de las reivindicaciones que se solapan. Asimismo China ha mostrado un mayor grado de compromiso en la consecución de un Código de Conducta jurídicamente vinculante.
Pienso que se acabará consiguiéndose un Código de Conducta jurídicamente vinculante más pronto que tarde y que la sangre no llegará al río. Y yo seguiré añorando los tiempos en los que el Mar del Sur de China me evocaba historias de aventuras y piratas.

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