Revista Salud y Bienestar
Actualmente centra la atención de los especialistas en nutrición aplicada al deporte, unos compuestos llamados glucosinolatos, precursores de biomoléculas como el sulforafano (1-isotiocianato-4-(metilsulfinil)-butano). ¿Por qué?En realidad se trata de un fitoquímico en estudio debido a sus propiedades antimicrobianas, anticarcinogénicas y quimiopreventivas demostradas en animales de experimentación. Estas propiedades se estudian en relación con patologías como determinados tipos de cáncer o la enfermedad de Parkinson. Por ejemplo, reduce el número de células de leucemia linfoblástica aguda en ensayos realizados "in vitro", según una investigación publicada en la revista "Plos One" por científicos del Baylor College of Medicine (Estados Unidos). También se sabe que aumenta las células protectoras del sistema inmune llamadas linfocitos intraepiteliales que están presentes en el estómago y en la piel, siendo la primera barrera protectora capaz de protegernos de numerosas infecciones.
Pues bien, además de estas interesantísimas investigaciones, hay dos que han llamado poderosamente la atención de los médicos del deporte. Por un lado porque según un grupo de investigadores de la universidad de Bonn (Alemania), puede inhibir la miostatina y, por otro, porque el equipo de la Universidad de East Anglia (en Norfolk, al este de Inglaterra), ha descubierto que bloquea una enzima destructiva considerada clave en los daños que se producen en el cartílago.Si el sulforafano es un inhibidor real de la miostatina, se habrá destapado la caja de pandora de los culturistas, que ya están tomando inhibidores de la miostatina como el inhibidor MYO-029 producido por la compañía farmacéutica de New-Jersey Wyeth y que esá en fase experimental (lo cual no parece preocuparle a los culturistas que la buscan afanosamente por internet cayendo en redes fraudulentas e ilegales). Un ejemplo de lo que pasaría si se inhibiera la miostatina en una persona lo podemos imaginar si vemos esta imagen de un ternero tratado.
Por otro lado, la prevención de lesiones del cartílago es la preocupación constante de los médicos del deporte, que hasta ahora tenemos pocos recursos para enfrentarnos a ese problema (ver Artipro en www.europa21.es).
Ahora bien, lo mejor de todo es que estamos hablando de un compuesto presente en vegetales que podemos incluir en la dieta. En efecto, una característica de las plantas crucíferas es la síntesis de compuestos ricos en azufre, como los glucosinolatos. Los glucosinolatos se sintetizan y almacenan en las plantas como precursores relativamente estables de los isotiocianatos. Las plantas del orden Brassicales y de la familia Cruciferae o Brassicaceae comprenden alrededor de 350 géneros y más de 2000 especies, entre ellas se incluyen algunas plantas de interés comercial como la col (repollo), coliflor, coles de Bruselas y brócoli. Otros cultivos de esta familia son los rábanos, mostaza silvestre y numerosas hierbas de jardín, los cuales se utilizan para preparar condimentos o guarniciones, pero su aportación de nutrientes a la dieta es mínima. Por todo ello, el Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos ha clasificado el brócoli en primer lugar en la lista de hortalizas con propiedades generales anticancerígenas.
Hay que tomar brócoli, pero hay dos inconvenientes, por un lado, el brócoli crudo contiene aproximadamente 2000 mcg. de sulforafano por cada toma. Después de cocerlo, quedan 600 mcg. de sulforafano, lo que supone una destrucción del 70%. Por otro lado, la planta pierde sus propiedades con la conservación.De otra parte, hay muchos deportistas que viven fuera de sus domicilios y apenas consumen estos vegetales, o simplemente no les gustan.
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El producto aconsejado se llama verde de brócoli, y está fabricado con Jugo de brócoli procedente de agricultura ecológica, deshidratado y apelmazado en comprimidos en el preciso momento de la recolección, conservando todo su contenido en sulforafano.