En nuestro mundo tecnológico miramos al futuro y, frecuentemente, relegamos el pasado a un rincón, como un conjunto de objetos viejos, mitos extintos y cuentos fantasiosos. En nuestro mundo tecnológico, es corriente, subestimar los conocimientos de nuestros antepasados, imaginándolos atravesando la fina línea que separa la lógica de la superstición. En nuestro mundo tecnológico nadie cree en los milagros.
Sin embargo, en más de un centenar de lugares que se mantienen en pie desafiando el paso de los siglos, sigue produciéndose un milagro fruto de la sabiduría ancestral. En vetustas construcciones de piedra, matemáticas, astronomía, simbolismo y espiritualidad se repite, cada equinoccio y solsticio, el milagro de la luz. Nada hay de azar en la fecha, ni en el fenómeno. Ocurre en los días que marcan los cambios de estación y que tradicionalmente se asocian a finales y principios de ciclos. El día señalado, un rayo de sol entra por un lugar concreto de la construcción (una puerta, un ventanal, una vidriera) y se desliza hasta alcanzar el sitio sagrado.
El milagro de la luz en la iglesia de Santa Marta de Tera (Zamora) se produce cada equinoccio de primavera y de otoño a las 8 de la mañana (hora solar).
Foto: Wikipedia. Autor: Canaidu
Nunca sabremos la cantidad de rincones del mundo donde se producía este acontecimiento, porque muchos habrán sucumbido ante el tiempo o ante el progreso experto en demoler «piedras viejas». Pero aún podemos ser testigos de este hecho que, aunque calculado, no deja de ser mágico.
En España se cuenta por decenas los lugares donde podemos acudir a presenciar el milagro de la luz. Así que preparemos nuestra mochila, nuestra capacidad de asombro, nuestra sensibilidad y abramos la mente para aceptar que, incluso en los albores de la humanidad, poseían más conocimientos de lo que sospechábamos.
En el Camino de Santiago tenemos varios de los ejemplos más importantes del milagro de la luz. Y, probablemente, es el monasterio románico de San Juan de Ortega (Burgos) el más popular. Su iglesia San Nicolás de Bari es el lugar del prodigio: cada 21 de marzo y 21 de septiembre, a las cinco de la tarde, un rayo de sol entra por un ventanal e ilumina, durante cinco minutos, un capitel concreto entre todas las columnas. La luz se va desplazando por cada una de las tres escenas que representa el relieve para contarnos una historia sagrada: la Anunciación de la Virgen, la Visitación y la Natividad. Es de imaginar la impresión que aquello producía en los fieles: la luz daba vida al relieve de la Virgen y lanzaba un mensaje espiritual que se convertía en algo mágico. Aquello era fruto de los conocimientos astrofísicos de los canteros, una lección que fue olvidándose con el paso del tiempo.
Milagro de la luz en el capitel del ciclo de la Natividad (San Juan de Ortega, Burgos)
Foto: Wikipedia. Autor: Miguel
Martín Camarero
Aunque parezca extraño muchos milagros de la luz fueron enterrados bajo la creencia en una Edad Media oscura y bárbara. Hubo que esperar a la década de 1970 para que se redescubriera lo que ocurría en San Juan de Ortega cada equinoccio. Y cada año se encuentran más milagros de la luz.
Quizá el más reciente sea el de la iglesia de San Martín de Briviesca (Burgos). También se produce el día de la Anunciación, la luz divina toca a María, nueve meses antes de que llegue la Navidad y para los creyentes Jesús es la luz del mundo. Realmente ocurre dos veces al año, en los equinoccios. En el caso de San Martín de Briviesca la luz ilumina un púlpito. En él hay tres escenas en relieve: San Martín, la Anunciación y una sirena (en el Apocalipsis el mar es símbolo del mal). El párroco descubrió el milagro de la luz en esta iglesia en 2019.
Este no es un fenómeno extraño, en unos lugares ocurre en los equinoccios, en otros también en los solsticios y a veces en fechas señaladas del calendario como el milagro de la luz que se produce en la catedral de Santiago de Compostela cada 25 de marzo, 25 de julio y 30 de diciembre.
Pero no todos los milagros de la luz ocurren en iglesias… Este saber se remonta a la noche de los tiempos. Nuestros antepasados ya tenían conocimientos de lo que hoy llamamos arqueoastronomía y sabían distinguir en qué fechas los días y las noches tenían la misma duración o cuando comenzaban y acababan las estaciones. El astro rey marcaba los ciclos del año, las cosechas y la espiritualidad, creemos que esta es la razón por la que muchas construcciones megalíticas están orientadas hacia la salida del Sol.
La luz recorre el pasillo del dolmen de Viera (Antequera) deteniéndose en el escalón que marca la entrada a la cámara funeraria en los equinoccios de primavera y de otoño.
Foto cortesía de Miguel Ángel Varo.
www.youtube.com/@ANTEQUERAOCULTA
En el santuario íbero-romano del yacimiento de Torreparedones (Córdoba), durante los equinoccios y solsticios un rayo de luz señala la columna-calendario solar.
El milagro del Sol lo llaman en Trigueros (Huelva). En el amanecer de los equinoccios, un rayo de sol ilumina el corredor del dolmen de Soto (3000 a. C.) hasta alcanzar una losa de roca volcánica.
En el Sitio de los dólmenes de Antequera (Málaga), conjunto megalítico datado alrededor del 4000 a. C., el fenómeno descrito anteriormente se conoce como Las Celebraciones del Sol. En este lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad, solo el dolmen de Viera está orientado hacia el Sol. En él puede contemplarse, durante el amanecer equinoccial de primavera y el de otoño, cómo el orto solar inunda el corredor pero se queda en el escalón de la cámara mortuoria dejándola en penumbra para efectuar los ritos sagrados de la luz. Esto simboliza el tránsito de la vida a la muerte, de la luz a la oscuridad. El acontecimiento vuelve a tener lugar durante el solsticio de verano, pero esta vez en el dolmen de Menga, mientras que podremos verlo en el solsticio de invierno en el tholos de El Romeral.
El simbolismo de la luz como algo sagrado viene heredado de aquellos tiempos remotos, marca la espiritualidad del Medievo y llega hasta nuestro mundo tecnológico donde aún somos capaces de comprender el mensaje que nos legaron. Solo necesitamos saber mirar.
La luz recorre el pasillo del dolmen de Viera en Antequera (Málaga) en el equinoccio.Vídeo cortesía de Miguel Ángel Varo. www.youtube.com/@ANTEQUERAOCULTA