Revista Coaching

El milagro de los penes y las paces

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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Hace  unas semanas se sorprendía al leer que en Barcones, una pequeña localidad a unos 80 kilómetros de Soria, se había organizado la enésima caravana de mujeres. Esas iniciativas, una tanto machistas y desfasadas, siempre le han recordado a las películas del viejo Oeste o alguna igual de épica, pero más dolorosa, como ‘Flores de otro mundo’. La cinta de Iciar Bollaín, de 1999, narraba exactamente lo mismo. La historia de mujeres, en su mayoría caribeñas y con cargas familiares, buscando el amor y una oportunidad para ellas y los suyos aunque no necesariamente en ese orden. El milagro de los penes y las paces. Recuerda especialmente a Pepe Sancho, magistral para variar, y cómo aquellas flores se marchitaban en contacto con la vida real, ruda y tozuda de una España terca, machista e inhóspita.

Ya ven, de pequeña, estas caravanas, esta búsqueda incesante del amor, de lucha contra las adversidades, se le antojaban el colmo del romanticismo. El intercambio de fotografías, de miradas, la generosidad del bajito, feo e italiano al conformarse con acarrear con la viuda entradita en carnes, sí, la del hijo.

El milagro de los penes y las paces

Pero le flipa tanto que aún hoy día se organicen este tipo de iniciativas. ¿Es que estas personas no han oído nunca hablar de Internet? Resulta sorprendente la cantidad de parejas de su entorno ‘aparentemente normales’ que han unido las páginas de contactos.

Una amiga suya tiene una teoría. Una mujer desatendida se puede enamorar de quien se proponga sólo por chat. Sólo es necesario inocularle el virus de la adicción, darle un puñado de mala vida y sazonarla al gusto con los cuatro lugares comunes al uso. La palabra es poderosa pero la soledad de esta sociedad líquida aún lo es más. Y las hechuras del galán turno, que desconoce el significado de fotografía reciente, son lo de menos cuando la imaginación de una mujer aburrida puede obrar el milagro. Y despejar el espejismo.

 
 


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