Revista Cultura y Ocio

El misterio de la cripta embrujada

Publicado el 27 enero 2016 por Rubencastillo
El misterio de la cripta embrujada
Yo no sé (no he sabido nunca) qué admirar más de Eduardo Mendoza: si sus libros más sesudos y elogiados (La verdad sobre el caso Savolta, La ciudad de los prodigios) o si sus producciones más risueñas y livianas. Hoy he decidido releer una de las novelas que más me gustaron allá por mi época de estudiante universitario: El misterio de la cripta embrujada. Torpedeado por ensayos de Umberto Eco, páginas profundísimas de Milan Kundera y otros dislates, aquel volumen me llevó en volandas y me hizo reconciliarme con la imagen más hermosa de la literatura: descubrir una historia y un lenguaje que te atrapen y te enamoren.Descubrí en los primeros tramos de esta novela a un enfermo de un sanatorio mental, bebedor más que frecuente de pepsicolas y con una hermana dedicada al comercio carnal, al que encargaban una misión investigadora de una manera tan humorística como cínica: “Necesitamos, por ello, una persona conocedora de los ambientes menos gratos de nuestra sociedad, cuyo nombre pueda ensuciar­se sin perjuicio de nadie, capaz de realizar por nosotros el trabajo y de la que, llegado el momento, podamos desembarazarnos sin empacho”. Pronto, sus movimientos por Barcelona, sus juicios sobre la realidad que le rodeaba y su lenguaje (ampuloso, retórico y terriblemente zumbón) me convencieron de que Eduardo Mendoza iba a convertirse en uno de mis autores favoritos, como así ha sido en sus obras posteriores.Personajes como el doctor Sugrañes, como el comisario Flores, como Peraplana o como Mercedes Negrer (que, aunque bastante joven aún, posee unas “oníricas sandías” –sic– que llevan loco al narrador) van llenando los capítulos de misterio, sonrisas, buen ritmo narrativo, crítica social y excelentes retratos de la España de la transición.
O sea, una fiesta de la literatura.

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