¡El último que llegue a la Torre Eiffel es un casual!
La actual generación de consolas ha venido acompañada de algunos elementos destacables, sin los cuales sería difícil concebir un panorama de videojuegos como el actual. El salto gráfico es incuestionable en la gran mayoría de los casos. En otros, el progreso ha venido de la mano de nuevos sistemas de control que a su vez han propiciado nuevas mecánicas jugables. Pero, en mi opinión, aún más importante que buenos gráficos o una forma distinta de control, ha sido la potenciación del modo multijugador on-line.
El modo multijugador on-line no es algo nuevo que haya nacido con PlayStation 3, ni Xbox 360, ni Wii. En juegos de PC ha gozado de buena salud desde que Internet es la red de redes, pero en consolas no ha contado con la aceptación que tiene hoy en día hasta que servicios como Xbox Live se asentaron entre el público tras el estreno de Microsoft y su primera Xbox. Bien es cierto que hubo algunos intentos anteriormente, aunque fueron intentos que no llegaron a cuajar. Recuerdo, por ejemplo, el éxito que cosechó ChuChu Rocket! en Dreamcast, pero luego este éxito no se supo rentabilizar ni trasladar a otros juegos. Sony también lo intentó dotando a PlayStation 2 de un adaptador de red (que acabó siendo objeto de coleccionista vendido a precios desorbitados en los 2 años previos al lanzamiento de PS3), pero se olvidó de incentivar a las desarrolladoras para que lo aprovecharan en sus juegos.
Sin embargo, en la actualidad es complicado que salga algún juego al mercado sin modo multijugador on-line. Es más, últimamente nos cansamos de ver cómo sagas que deben su éxito a un sólido modo campaña, sacan una segunda o tercera parte con el modo multijugador on-line metido con calzador. Uno de los ejemplos más claros de ello, y también uno de los más graves, fue el de Bioshock. Es un FPS con una ambientación espectacular, una historia absorbente y una calidad gráfica indudable. Cuando se comenzó a rumorear que la segunda parte traería modo multijugador, a más de uno se nos quedó cara de tonto (imagino que algún fan de Mass Effect debe estar experimentando la misma sensación ahora mismo). ¿Cómo iban a encajar un modo multijugador en un mundo como el de Bioshock sin cargarse su esencia? La respuesta era fácil: No se puede. Y se confirmó con ese despropósito que luego les salió en el multijugador on-line de Bioshock 2.
¡¿Cómo?! ¿Que Bulletstorm no tiene modo cooperativo? ¡Que estoy muy loco!
Por otro lado, hay géneros que, por sus características, ahora es difícil imaginarlos sin poder jugar con personas de todo el mundo. Por ejemplo, la gran mayoría de los FPS (salvo excepciones, como la ya comentada de Bioshock) pierden parte de su encanto sin un modo on-line que alargue su vida útil. Me resulta complicado aceptar que un juego tan divertido y bestial como Bulletstorm tenga un modo on-line tan poco atractivo y aburrido. Y esto, cuando el modo campaña tiene una duración relativamente corta, puede ser un verdadero problema. Teniendo como padrinos a Epic Games, la gente de People Can Fly ya se podría haber currado algo mínimamente parecido al gran multijugador de Gears Of War 3, o al menos haberle añadido un modo cooperativo.
Está claro que no hay, ni creo que lo habrá nunca, un sustituto a reunirte con la familia o los amigos para compartir las sensaciones de reirnos en su cara cuando les ganamos una carrera al Burnout o les metemos un gol jugando al FIFA. Pero vivir la sensación de poder cargarte a una “seta” a cuchillo en el multijugador del Modern Warfare 3 mientras te regodeas del rival a sabiendas de que no puede oírte (en mi caso suele suceder al revés), es una sensación difícilmente imaginable hace 10 años. Y esta es una de las razones por las que, sin duda, estoy disfrutando más con la actual generación de consolas que con ninguna otra.