Imagen: Meu Rio / Reproducción / Creative Commons
Ellas sólo quieren que su derecho
a estudiar sea respetado
Entienda cada caso
Al fin la cuestión de los descuentos en la entrada fue solucionada en favor de los brasileños, ya que había divergencias entre las leyes locales y el interés de la Federación Internacional de Fútbol y Atletismo (Fifa).
Pese a las prohibiciones de la venta de bebidas alcohólicas en los estadios, la ley creada únicamente para el Mundial permitirá tal excepción, a causa de los patrocinadores del evento.
Tras las críticas y repercusión negativa, la Fifa ha marchado atrás e informó que les permitiría a las baianas que vendieran su producto. El Ministerio Público local amenazó con demandar en la Justicia para garantizar el derecho de ésas profesionales que son consideradas un patrimonio cultural por el Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan, por sus siglas en portugués), de acuerdo con el portal local Uol. El acarayé es una comida muy vendida especialmente en el estado noreste de Bahía, un tipo de bollo hecho con judía, camarones y frito en aceite de palma.
Al respecto del Museo de los Indígenas, la Justicia atendió la solicitud del Departamento de Defensa Pública Federal (DPU, por sus siglas en portugués) y ha prohibido su derrumbe y el desalojo de los indígenas que viven allá. El inmueble pertenecía a la compañía Nacional de abastecimiento (Conab, por sus siglas en portugués), pero ha sido vendido al gobierno del estado de Río de Janeiro. Si la orden judicial no es cumplida, la antigua propietaria – rea en el proceso – podría pagar una multa de cinco millones de reales – cerca de dos millones 437 mil dólares ó un millón 917 mil euros.
Existen al menos dos peticiones en Internet contra el derrumbe de la Escuela Friedenreich, gestionada por la alcaldía de Río de Janeiro: una en el portal de la ONG Avaaz y otra en el sitio web local “Meu Rio” (en español sería “Mi Río [de Janeiro]). Ambas serán enviadas al secretario jefe de la Casa Civil del Estado, Regis Fichtner. En en primer portal no hay cómo saber la cifra de firmas de apoyo, debido al huracán “Sandy” en EEUU, porque la página no está funcionando el 100 por ciento. Ya en el sitio web sudamericano hay más de 16 mil manifestaciones de apoyo a los alumnos. Suena irónico que el país que está en el 88.° lugar en el ranking de la educación, conforme los datos de la Unesco, quiere destruir un colegio que fue clasificado en las mejores posiciones en Brasil y en Río de Janeiro, en 2011, en el Índice de Desarrollo de la Educación Básica (Ideb, por sus siglas en portugués) para los primeros grados. El Ideb es un examen de evaluación del Ministerio de la Educación para todas las escuelas de la nación.
Los dos últimos casos ejemplificados los derrumbes harían parte del proyecto de privatización del estadio de Maracanã por el gobierno fluminense.
Ciertos gobernantes – sin generalizarlos – se parecen a sus colonizadores, que intentan atropellar y irrespetar los valores culturales del país y sus propias leyes, solamente para promover una gran “fiesta” que será vista en todo el mundo. Aunque Brasil es considerado el país del fútbol, en el fondo es mucho más. Vale resaltar que el deporte no sustituye la educación, apenas la complementa.
Símbolos criticados
Al menos dos símbolos brasileños son blanco de críticas recientes: primero, los tres nombres sugeridos para el balón oficial - “Bossa Nova”, “Brazuca” y “Carnavalesca” – con la victoria del segundo; en segundo lugar, los tres nombres indicados al armadillo, la mascota oficial: “Amijubi”, “Fuleco” y “Zuzeco”. Además de estar en la lista de los animales en extinsión, el pobre armadillo ya es víctima de prejuicio, aunque no tenga ganado una identidad. La ONG Avaaz ha promovido una petición para que el Comité Organizador Local pudiera permitir que otros nombres le fuesen añadidos.
“Amijubi” es una mezcla de amigo y jubilo; mientras “Fuleco”, de fútbol y ecología; y “Zuzeco”, de azul con ecología. La votación está disponible hasta las próximas semanas de noviembre en el portal de la entidad deportiva internacional.
Tales críticas simplemente refuerzan un sentimiento que crece: que el Mundial es de Brasil, pero no es de su gente.
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