Juan José Millás es un autor que siempre me ha gustado, así que cuando me hallaba yo en plena fase saqueadora en casa de mis abuelos y lo vi, me dije que no podía estar mal. Y si encima tiene el Premio Planeta del 2007 y el Nacional de Narrativa del 2008, pues mejor que mejor. Tenía buena pinta y encima no era muy largo, características en aquel momento importantes para mí en el proceso de seleccionar futuras lecturas, después de varios clásicos buenísimos y larguísimos al mismo tiempo.
Mi crítica es muuuy buena, además de acercarme de nuevo al peculiar estilo de Millás, es una obra que me ha hecho pensar y reflexionar ya sea sobre cuestiones personales como cuestiones más generales a nivel social. El Mundo es la medio-autobiografía del autor, donde combina el estilo realista y el imaginario, llegando incluso a tener puntos metafísicos interesantes
y rebuscados a la vez.
Millás se desnuda en este libro, nos cuenta su infancia con gran objetividad, sus ilusiones, temores, inquietudes, percepción de la vida, nos habla de sus amigos, de su familia... Es un acto de gran valor como escritor y persona pública hablar sobre sí mismo de esta manera, es como si hubiera desnudado su alma en sus tiempos juveniles con la capacidad de reflexión que aporta la experiencia y la madurez.
Me ha gustado muuucho y recomiendo su lectura.
“Es imposible que este hombre mayor que escucha a Bach mientras golpea con furia el teclado del ordenador haya salido de aquel muchacho sin futuro. Podría presumir de haberme hecho a mí mismo y todo eso, pero lo cierto que es que resulta imposible entender lo que soy a partir de lo que fui. O soy irreal yo o es irreal aquél. Me viene a la mente la escena de Blade Runner en la que los replicantes observan las fotos de sus padres falsos, de sus abuelos falsos, de sus hermanos falsos, al tiempo que construyen una historia familiar falsa (todas lo son). Sospecho desde hace algún tiempo que todos nosotros, también usted, lector, somos replicantes que ignoramos nuestra condición. Nos han dotado de unos falsos recuerdos, de una biografía artificial, para que no nos demos cuenta de la simulación. En el reparto, me ha tocado la infancia de aquel niño al que hemos abandonado debajo de una cornisa, en los primeros y últimos años de su vida.”