Dicen las malas lenguas que la perspectiva, o al menos los principios matemáticos y científicos que la rigen, fueron descubiertos mediante la ayuda de instrumentos ópticos por el arquitecto Filippo Brunelleschi (Pippo para los amigos) entre los años 1417-1420, y recopilados en el tratado "De pictura" (1435) por el también arquitecto León Baptista Alberti.
No obstante a este autor le interesa la perspectiva como "conjunto de circunstancias que rodean al observador, y que influyen en su percepción o en su juicio". El nacimiento de esta tiene otra historia diferente, más lejana, una historia mítica...
Según palabras del viejo Virgilio, hubo una vez un hombre enamorado de su mujer, fuertemente.
Orfeo vivía enamorado de Eurídice. Hijo del Dios Apolo y la musa Calíope heredó los dones de sus padres en el dominio de la música y la poesía, y así enamoró, en uno de sus recitales, a la bella ninfa Eurídice.
Su romance fue magnifico, ambos amantes estaban encantados, hasta que un día decidieron unir definitivamente sus vidas. El día de la boda, Aristeo, rival de Orfeo, intentó raptar a Eurídice. Esta intentó escapar, su desesperada huída la introdujo en el bosque donde accidentalmente pisó una víbora, la cual mordió la bella joven causándole la muerte.
Los días siguientes Orfeo no encontró consuelo alguno en su ausencia. Recordaba sus besos, sus abrazos, aquella sonrisa, aquellos ojos, su nariz griega... los paseos por el bosque, los poemas que había compartido con ella, las noches en el estanque... y sin darse cuenta la vida, la existencia, le devolvió como un golpe a su sitio, como si el tiempo se hubiera suspendido o parado mientras este estaba con su amante, y derepente, sin piedad, la vida le arranca ese tiempo que pasó imperceptiblemente, que pareció detenerse, y lo actualiza en una situación de desesperación.
Orfeo repasó una y otra vez su historia, atónito, impotente, buscó soluciones, y quizá fue así, como este Dios griego, desde la soledad, asistió al nacimiento de la perspectiva, la perspectiva de su vida, de su nueva vida, que tras la ausencia, la marcha de su amante, el desconsuelo y la desesperación, incluso tal vez el amor... lo llevó a este a descender al mismo Hades (inframundo; mundo de los muertos) a por su querida amada, incapaz de asimilar y aceptar la marcha de esta.