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Ahora que el Plan E da sus últimos coletazos la principal industria española se enfrenta a nuevas incertidumbres. Al respecto, hace ya más de un año hablábamos de la importancia que tenía conseguir que el sector de la construcción pueda dar servicios de mayor valor añadido (ver “Análisis en español del Report “The Economist” sobre la crisis de España”), y entre todos destacan a nuestro juicio las actividades de internacionalización.
Elevado endeudamiento, sobreoferta e incertidumbres en los pagos hacen que el sector de la construcción se vea obligado a mirar hacia el exterior. La construcción de infraestructuras, actividad en la que España destaca, puede ser una salida interesante para la internacionalización. Pero las constructoras medianas y pequeñas españolas no tienen experiencia en esta actividad, y requerirá tiempo que aprendan lo que otros países como Italia, Inglaterra o China dominan de sobremanera, esto es, los secretos del comercio internacional.
Quien suscribe conoció Polonia a mediados de los noventa, cuando las guías de viajes de la época decían que ni los alemanes se atrevían a recorrer el país. Pero tras un viaje bien completo por todo el país hasta la misma frontera con Bielorrusia, la principal conclusión fue que Polonia era un diamante en bruto en el que podemos hacer muchas cosas. El principal problema es entenderse con los polacos, un hándicap que nos encontramos en toda Europa del este; y lo enrevesado de sus empresas e instituciones, que en aquella época seguían siendo una prolongación de las antiguas estructuras de la época comunista. Pero la magnífica capacidad técnica del pueblo polaco; y su potente aunque obsoleta industria, presentaban en aquellos momentos grandes oportunidades.
Aprovechando “Shots on goal”, un artículo publicado en The Economist el pasado 10 de octubre, hemos querido hacer una revisión de las oportunidades que en la construcción de infraestructuras presenta Polonia, y que me han hecho recordar las obras que a principios de los noventa pude ver en Berlín. Actualmente, veinte grúas gigantes trabajan duro en un proyecto de construcción de € 300 millones, es la obra de transformación del Estadio Nacional. Como en los años dorados de la construcción en España, grandes focos iluminan una obra en la que nunca se para.
La transformación de Polonia es reciente, pues no fue hasta mayo de 2004, que tras la adhesión a la UE, comenzaron a llegar los fondos necesarios para modernizar sus antiguas infraestructuras. Las carreteras polacas no llegaban a ser las de sus vecinos rumanos o eslovacos, pero necesitaban una profunda transformación. El ferrocarril, no llegaba a estar prácticamente parado como ocurría en Rumanía, pero también era necesario transformarlo completamente. Los edificios públicos, presentaban aspecto de no haberse tocado en los últimos cincuenta años, y era evidente también que iban a recibir también fuertes inversiones.
Pero el sistema de gestión local en Polonia, como ocurre en tantos otros países, es laberíntico. Normalmente una reunión siempre acaba organizando la siguiente reunión, y así indefinidamente. El gran momento fue cuando se puso un plazo para finalizar obras, concretamente cuando la UEFA asignó a Polonia-Ucrania celebrar el campeonato de futbol europeo en 2012.
Los polacos tendrán que pagar € 20.000 millones de sus propios fondos, pero si se apresuran en los plazos recibirán € 67.000 millones de la UE. Un gran festín de € 87.000 que se repartirán solamente los más hábiles comensales, pues moverse en Polonia no es fácil.
Pero las obras derivadas del futbol son sólo algunas de las que se están moviendo en el país, pero si están sirviendo para acelerar su ritmo. En cuestión de carreteras, por ejemplo, se ha duplicado la velocidad para la construcción de los nuevos desarrollos.
Como suele ocurrir cuando se mueve dinero en el sector de la construcción, ya han empezado a destaparse los primeros escándalos importantes, que han obligado a sustituir a cuatro ministros, el primero evidentemente el de deportes.
En Ucrania el boom es similar, pero ahí sí que no recomendamos aventurarse, pues los problemas surgidos han sido mayores. La UEFA se plantea incluso cancelar algunos partidos ya previstos.