Sabido es que en los Estados Unidos el fútbol tiene una historia relativamente corta y ocupa además un lugar muy particular, algo perdido entre la incomprensión, el malentendido y lo marginal. Si bien en los últimos años la fuerte inmigración proveniente de países hispanoamericanos está ayudando a la difusión y popularización de este deporte, en términos generales el fútbol no la tiene fácil en Norteamérica, en donde encima le dicen “soccer”. Para el común del espectador deportivo promedio americano, “nuestro” fútbol es algo así como como un entrenamiento de nenas de colegio secundario; una mariconada de ingleses que no se animan a jugar al rugby; un deporte raro en el que sólo parece haber pases intrascendentes hasta el infinito; un juego en el que puede no haber un ganador o, peor aún, que puede terminar sin tantos (horror); una disciplina, en fin, a la que sólo pueden jugar bien los descendientes de italianos e hispanos.
Como sea, los entusiastas del fútbol en Estados Unidos –y algunos nostálgicos del resto del mundo quizás también- se pusieron contentos en agosto del año pasado cuando se anunció el regreso del equipo más famoso que haya jugado alguna vez en las canchas americanas: el Cosmos de Nueva York.
Una breve historia del Cosmos indica que fue fundado en 1970 por dos ejecutivos de la Atlantic Records (los hermanos Nesuhi y Ahmet Ertegun) más el apoyo de Steve Ross, presidente del grupo editorial Warner Communications. Pronto consiguió una de las primeras franquicias de la North American Soccer League (NASL) y en pocos años se volvió el equipo sensación.A partir de 1975 y tras una nueva inversión del mismo Ross y el apoyo directo y absoluto del secretario de estado Henry Kissinger, el Cosmos contrató a varias de las más grandes estrellas del fútbol mundial en el final de sus respectivas carreras. Entre ellos a Pelé, Beckenbauer, Neeskens, Carlos Alberto y hasta a Johan Cruyff por un breve período. Así, el Cosmos consiguió ganar cinco campeonatos de liga. De unos pocos miles de espectadores que iban a la cancha en los primeros años se pasó a un promedio 48 mil por partido con cotas máximas de hasta 78 mil.
Esto hizo que, en 1977, pasaran a jugar como locales en el Giants Stadium (el estadio del equipo de fútbol americano New York Giants), donde las asistencias siguieron creciendo. El Cosmos fue una moda loca y efímera, como todas las modas. En sus temporadas de gloria, además de las tribunas repletas, las porristas, la música y todo el show típico de la industria deportiva norteamericana, el Cosmos contaba incluso con más estrellas en los palcos que en la cancha: Muhammad Ali, Mick Jagger, Elton John, Robert Redford, Andy Warhol, todos ellos eran la “barra brava glam” del equipo neoyorquino.
Pero claro, con el retiro paulatino de sus grandes jugadores el Cosmos comenzó a declinar a principios de los 80, y con él todo el resto de la NASL. Su actividad profesional cesó en 1985, aunque Peppe Pinton, un ejecutivo de la franquicia, retuvo los derechos de la marca y mantuvo una mínima estructura de escuelas de fútbol juveniles. Recordemos que, desde entonces y hasta 1993 con la organización de la actual Major League Soccer (MLS) no hubo una liga profesional de fútbol en Estados Unidos.
El renovado Cosmos versión 2010 llegó con un fuerte acento inglés. Los derechos fueron comprados por un consorcio encabezado por Paul Kemsley, antiguo vicepresidente del Tottenham Hotspur. Detrás de él, un verdadero seleccionado de gerentes y directores: el mismísimo Pelé como presidente honorario; Terry Byrne, conocido empresario del fútbol inglés, como vicepresidente; Rick Parry, un ex CEO del Liverpool, como director; el genial Eric Cantona como director deportivo; Cobi Jones, jugador del seleccionado de Estados Unidos en el Mundial de 1994, sería su director asociado; y el italiano Giorgio Chinaglia, goleador del Cosmos en sus épocas de gloria, sería su embajador itinerante.Desde el comienzo, los directivos del nuevo Cosmos quisieron dejar la impresión de que estaban para cosas grandes. Además de una estructura con nombres de peso, la marca deportiva Umbro apareció como sponsor técnico del club con una rapidez desconcertante. De la noche a la mañana, con un gran despliegue en la web y las redes sociales, todas las tiendas reales y online en donde la marca tiene presencia se pusieron a vender una atractiva colección de indumentaria, calzado, accesorios y todo el merchandising imaginable de un equipo que todavía no existía. Si hasta se lanzó una colección de moda inspirada en el Cosmos y en el gran apagón de Nueva York de 1977…
Pero todo indica en realidad que el renacimiento del Cosmos se presentó en sociedad antes siquiera de saber si sería factible el ingreso a la MLS. La liga estadounidense avanza, y justamente por eso es cada vez más caro el precio de entrada para las nuevas franquicias. La asistencia global a los partidos mejora lenta pero constantemente (con increíbles éxitos de público en equipos como los Seattle Sounders, que revientan su cancha cada 15 días), los números involucrados en patrocinios, derechos de marketing y transmisiones son cada día más importantes. La MLS ha sumado nuevos equipos a la liga. En la temporada 10-11 entró un equipo de Filadelfia. En la 11-12 se sumaron franquicias de Portland y Vancouver, con lo cual el nuevo campeonato contará con 18 equipos. Para la próxima campaña se esperan dos nuevos participantes. Ya está definido que uno será de Montreal, y el otro… ¿podría ser el Cosmos?
Mucha gente influyente –Don Garber, el comisionado de la MLS, entre ellos- desearía contar con un segundo equipo de Nueva York en la liga. No sólo porque la Gran Manzana es un gran mercado potencial con fuerte presencia de italianos e hispanos, sino porque además el Cosmos le sumaría a la MLS su vieja historia y algo todavía más importante, que a la MLS le falta: un clásico.
Es la tradición que en el deporte norteamericano las grandes rivalidades se den entre equipos de ciudades como Los Ángeles y Nueva York, o Boston y Nueva York, o entre dos equipos de una misma ciudad o de dos ciudades muy próximas. Pues bien, en la MLS no se logró formar nada por el estilo. Nadie mueve un pelo por un partido entre los Red Bull New York y Los Ángeles Galaxy, o entre éstos y las Chivas USA. Por eso muchos creen que la entrada del Cosmos podría generar una rivalidad Costa Este – Costa Oeste y un clásico “de barrio” con el Red Bull, la franquicia comprada a los Metro Stars, que luego construyó su estadio en la vecina New Jersey.
Pero la entrada del Cosmos a la MLS todavía no es segura. Quedan muchísimas cuestiones operativas por resolverse: inversiones, estadios, contratos, etc. Y hasta mediados de este año, además del merchandising, lo único que el Cosmos tenía para mostrar era un equipo sub-23 de sus renovadas academias, que participa en una liga local menor. Un equipo que, con algunos refuerzos de ocasión, se atrevió a visitar al Manchester United en Old Trafford y se llevó una linda paliza de recuerdo (6 a 0). Y le hicieron precio.
Para peor, mientras las negociaciones con la MLS continuaban, el Cosmos hizo público un comunicado oficial en el que se anunció el alejamiento de Paul Kemsley, la cabeza del proyecto. Los rumores de una venta a un grupo de jeques petroleros comenzaron a circular…
Y se demostró que eran ciertos. Hace apenas pocos días, se informó que la empresa saudita Sela Sport acaba de comprar los derechos y las academias del New York Cosmos, lo cual implicaría la salida de todo el ilustre grupo de directivos mencionados más arriba. La situación no es clara, porque aún no se han hecho públicas las sumas relacionadas en el acuerdo y Sela Sport tampoco ha comunicado con precisión cuáles son sus planes. Sin embargo, día a día se sigue discutiendo en la prensa especializada el posible ingreso del Cosmos a la MLS.
¿Qué clase de historia extraña será ésta? ¿La de un equipo que, durante algo más de un año, vendió merchandising retro apoyado apenas en un equipito de juveniles? ¿O será en realidad el comienzo de una tendencia a la entrada masiva del dinero de los millonarios jeques árabes al fútbol de la MLS, algo que ya se ha consolidado en Europa? Los críticos de esta clase de acuerdos, o aquellos que no pueden entender el patrocinio del Barcelona por parte de una institución como la Qatar Foundation, ¿tendrán razón cuando dicen que le estamos vendiendo el alma al diablo? Bueno, no sería la primera vez. Pero sucede que a este diablo los occidentales todavía no lo conocemos muy bien. Ni ganas que tenemos.
Eugenio Palopoli / Editor de arteysport.com