Revista Cultura y Ocio

El océano enloqueció… y nosotros tuvimos la culpa

Publicado el 07 agosto 2018 por Eduardodefrutos

El océano enloqueció… y nosotros tuvimos la culpa

El bluegrass surgió en las zonas del centro de Estados Unidos, particularmente en Kentucky. Por ello resulta cuando menos chocante que un grupo canadiense –tan lejos del mapa– haya captado a la perfección el espíritu de este estilo.

Formado por Nate Hilts, Scott Pringle, Danny Kenyon y Colton Crawford –este último abandonó la formación en 2015 y fue sustituido por Eliza Mary Doyle–, The Dead South nació en 2012. Nate y Danny ya habían tocado juntos en el instituto, inspirándose en grupos como The Old Crow Medicine Show o Trampled by Turtles. Se lucieron con algunos conciertos en directo, pero no se lanzaron a grabar hasta el año 2013, cuando sacaron su primer EP de sólo cinco canciones, The ocean went mad and we were to blame, título que da nombre a la entrada de hoy, y que editaron de forma independiente, sin el abrigo de ningún sello discográfico.

A raíz de este trabajo, firmaron un contrato discográfico con el sello alemán Devil Duck Records, que editó su segunda obra, un disco de mayor duración, Good Company (2014). Mientras lo estaban promocionando por Europa, su talento llegó a oídos del sello canadiense Curve Music, que envió a uno de sus directivos para contratarlos. Fueron ellos quienes reeditaron Good Company y publicaron su tercer trabajo, Illusion & Doubt. Escuchemos un par de temas de cada uno de sus discos.

De su EP The ocean went mad and we were to blame, empezamos con Fruit and Salad.

Otro de los temas de ese EP es Wishing Well, en cuya letra el narrador lanza una moneda al pozo de los deseos con la esperanza de estar al lado de su amada.

In hell I’ll be in good company pertenece a Good Company (2014). Un hombre no ve salida a la vida y confía en que en el infierno esté en mejor compañía.

Os dejo con Long Gone, de ritmo muy rápido.

Su último álbum es Illusion & Doubt (2016), que se abre con Boots.

Termino por hoy con The Good Lord, del mismo álbum. Se trata de una canción antibelicista en la que un soldado, obligado a ir a la guerra, se pregunta qué está haciendo ahí y pide a Dios que le mantenga a salvo para poder ver a su hijo, ya que su mujer está embarazada.

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