Revista Cultura y Ocio

El orden del día. Eric Vuillard

Por Mientrasleo @MientrasleoS
El orden del día. Eric Vuillard
     "El sol es un astro frío. Su corazón agujas de hielo. Su luz, implacable". 
     Reconozco que tuve este libro en el punto de mira desde que me enteré de su publicación. Hoy traigo a mi estantería virtual, El orden del día.
     en febrero de 1933 las más altas personalidades del mundo de los negocios y las finanzas, tuvieron una reunión con el entonces canciller Hitler en la que acordarían su apoyo, donando dinero. Aquella reunión que no figuraba en ningún sitio, fue crucial. Hitler ya pensaba en Austria y no tardaría en comenzar reuniones con primeros ministros. Comenzaba su ascenso. Por Austria.
     Si hago memoria, el premio literario que más alegrías me ha dado como lectora, es el Goncourt. Por eso me fijé rápidamente en este libro: es el ganador del Premio Goncourt de 2017. Era necesario que lo leyese.
     Vuillard nos deja en esta novela breve un ejercicio histórico en el que rellena huecos con ficción, que se antoja demasiado veraz como para que, salvando las distancias, no siga sucediendo hoy en día. Lo hace además con frases cortas, fijándose en detalles sin importancia para rodear de ellos esos momentos que han resultado vitales para la historia contemporánea. A fin de cuentas, ¿qué hubiera sido de Hitler de no conseguir el apoyo de esos hombres? Nadie lo sabe, pero lo podemos imaginar. Por eso, la aparente frivolidad con la que los rodea es tan importante. Les convierte en algo tan mundano como las metas que persiguen. Tuve incluso, lo reconozco, la sensación de leer que veinticuatro cuervos subían las escaleras a la espera de la reunión. Esa es, supongo, la manera elegida por Vuillard para reflejar la sociedad del momento, dirigida de frente o no por unos hombres y unos intereses que poco o nada tenían de dignos y relevantes. A fin de cuentas, Opel comenzó sin ni siquiera inventar, nos recuerda el autor, aunque terminara llegando a la industria del motor. Y quien sobrevive es la empresa, la marca, y no aquel que fingió inventar. Muy representarivo, si uno se para a pensar.
     Vuillard avanza y nos habla de las reuniones políticas. Del primer interés de Hitler en Austria y la conveniente reunión. Y descubre el lector la inteligente maniobra de reunirse con Gran Bretaña mientras Austria está siendo invadida. Curioso, aquí estamos con Halifax, al igual que la pasada semana en El instante más oscuro. La literatura tiene estas cosas. A veces es una línea y otras un círculo.
     Sin embargo, dirá el lector que todos sabemos lo que sucedió después. Que ya nos hemos hecho una idea con la reunión y el dinero, de la importancia de estos veinticuatro hombres. Pensará que es fácil, ya que el libro no es un acta de reunión, es una entretenida novela en realidad. Así que, Vuillard toma el mando una vez más, y nos deja ver un poco más allá: la contraprestación. Esa parte que uno tiene en mente en las primeras páginas pero en la que no piensa demasiado después. Si uno lo piensa, incluso si ha olvidado las denuncias que se hicieron en su día, la contraprestación era sencilla: mano de obra judía. Y ahora, cuando ya el autor nos ha ido relatando su historia y contado quién es quién, cada marca que hay detrás de cada nombre, ya hemos terminado la novelita. Era corta.
     Ahora cerramos el libro y miramos a nuestro alrededor. Prestamos un poco de atención y nos fijamos en algunas de las marcas que nos rodean. Va a tener razón Vuillard en lo que comenta al principio de la novela: las empresas y sus marcas sobreviven.
     Me ha gustado El orden del día, es una estupenda novela de un momento desconocido y el autor con sus frases cortas y anécdotas más o menos importantes, consigue interesar desde las primeras líneas.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.

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