Revista Política
El cortijo catalán regresa a manos de los amos. Las 44 familias que "son" Catalunya, según nos informó Lluís Millet, el mayordomo que canalizaba los fondos públicos hacia la federación de partidos CiU y los bolsillos de las estirpes más rancias de nuestra "sociedad civil", pueden respirar tranquilas: el tripartito ya es historia.
Habrá independencia en unos años, o no la habrá nunca. En el fondo eso importa un carajo, siempre y cuando las 44 familias estén ahí, "siendo" Catalunya y controlando cualquier proceso político o social que pueda haber en el país. Si Catalunya sigue integrada en España, ellos le darán ministros, banqueros, empresarios, cardenales; si toma el camino de la independencia, ellos le darán un presidente, un gobierno, una hegemonía social. Juegan con cartas marcadas, y es por ello que ganan en todas las mesas.
La oligarquía catalana ha recuperado lo suyo. La experiencia del tripartito, esa voluntariosa alianza entre las clases trabajadoras y populares catalanas de un lado y la pequeña y mediana burguesía no oligárquicas locales de otro, ha terminado. Gana la derecha catalana de toda la vida, y vuelven los rostros de siempre: el del viejo cacique Jordi Pujol, el de su hijo y heredero, el de los cachorros del Sector Negocis de CiU, que han heredado de sus mayores la tradición de la corrupción al por mayor, el de "si nosotros somos Catalunya y lo damos todo por ella, es lógico que Catalunya nos compense" (Marta Ferrusola, esposa de Pujol), el de "Catalunya será cristiana o no será" (cardenal Torras i Bages), el de "Catalunya catalana i fora xarnegos (ahora negros, moros, sudacas etc)".
Esa Catalunya, fea, chata, áspera, carlista, provinciana, frailuna, gimoteante, avarienta, insolidaria y mentecata, es la que vuelve.
El orden reina en Catalunya.
Y sin embargo...
"¡Esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena". (1)
Al tiempo.
(1) Palabras finales de "El orden reina en Berlín", texto de Rosa Luxemburgo escrito el 14 de enero de 1919 tras el aplastamiento de la revolución espartaquista en Alemania.
En la imagen que ilustra el post, Jordi Pujol, entonces president de la Generalitat de Catalunya, impone en 1999 la Creu de Sant Jordi, máxima condecoración catalana, a Fèlix Millet, cabeza visible en el caso de corrupción Fondos del Palau de la Música, con cuyas transferencias se ha llenado durante años la caja de CiU según señala el procedimiento judicial abierto.