Si un cantante no canta desde lo más profundo de su alma, ni siquiera quiero escucharlo, no es para mí. Sam Cooke me caló muy hondo con su soul puro. Tenía la rara habilidad de conseguir hacer gospel de la manera en que se supone que debe ser: real, limpio, directo. El gospel condujo a Sam Cooke a través de sus mayores éxitos, de la misma manera en que lo hizo antes con Ray Charles y luego con Otis Redding.
Sam Cooke grabando en RCA StudiosJunto a Ray Charles y Jackie Wilson, Sam Cooke ha sido uno de los talentos más influyentes de la música soul moderna. Su exquisita combinación entre arte y éxito comercial ha contribuido a modelar ampliamente el sonido que en el curso de todos los años sesenta y en los primeros años setenta ha dominado la música negra y aún hoy su influencia es grande. Lo recuerdan con veneración los artistas negros que intentan reemprender el discurso interrumpido por su muerte y lo utilizan con asombro los jóvenes consumidores de música que encuentran en sus canciones una modernidad entusiasta.
Sam Cooke, el primero de ocho hermanos, nació el 2 de enero de 1931 en Clarksdale, Mississippi, pero creció en Chicago, donde su padre era predicador de la iglesia bautista. Su infancia transcurrió tranquila, en un clima austero apenas alegrado por las notas del órgano utilizado para las funciones religiosas de su padre. Esa música, mágica y mística, arrastró en seguida la sensibilidad del pequeño Sam. La educación musical de Cooke siguió su curso, y a los diez años se diplomó bajo la tutela de R. B. Robinson, cantante barítono de The Soul Stirrers, quizás el más significativo grupo de gospel de aquella época. Aquella fue una compañía muy importante para el futuro desarrollo de la carrera de un joven Cooke.
The Soul Stirrers constituían efectivamente el punto ideal de mediación entre la canción profana y los codificados himnos religiosos. Además, en sus primeros años como cantante profesional, Cooke acompañó con frecuencia a The Soul Stirrers en los conciertos que llevaban a cabo en el ambiente gospel. Junto a él también actuaban otros grupos soul, como The Blind Boys y The Pilgrim Travellers entre estos últimos, Cooke encontró al hombre que se convertiría en un importantísimo sostén para su carrera, J. W. Alexander. En efecto, entre los dos nació una sincera y profunda amistad, y cuando en 1950 Alexander se hizo cargo del repertorio gospel de la compañía discográfica Specialty, Cooke, que durante ese tiempo había ocupado el puesto de R. H. Harris como solista de The Soul Stirrers, fue inmediatamente contratado.
Asi, en marzo de 1951, Cooke llevó a su grupo a California para una sesión de grabación. Los resultados convencieron a los ejecutivos de la compañía para ofrecerle un contrato a Cooke. Ciertamente, la voz de Cooke a los veinte años presentaba aún evidentes trazas de inmadurez, pero el talento estaba allí, sólo tenía que ser descubierto. En esa ocasión Cooke grabó temas como ‘Peace in the valley’, de Thomas Dorsey, y la mística ‘l’m gonna build on that shore’, aún hoy joyas de inalcanzable belleza. Empieza así una actividad muy intensa para Sam Cooke en el campo de la música gospel; pasional, vibrante, carismático, Cooke era un cantante que envolvía a los oyentes en una aureola de misticismo: la convicción con que cantaba cada palabra testimoniaba su gran fe religiosa.
Pero con el tiempo Sam Cooke y sus más íntimos amigos empezaron a pensar en extender sus grandes posibilidades a otros campos: pensaron ampliar el repertorio incluyendo también material no religioso, para resistir en las listas de éxitos las fuertes sacudidas, los empujones de tipos duros como Bill Haley y Elvis Presley. Pero la apertura de nuevos caminos no convenció a todo al staff de Specialty Records, temerosa de quemar el gran talento de The Soul Stirrers y de Sam Cooke en la persecución de un mercado ya repleto de aguerridos concurrentes. Cooke decidió probar de todas maneras, y bajo el nombre de Dale Cooke publicó en 1957 ‘Lovable forever’, para tantear el mercado.
San cook con The Soul StirrersEl interés suscitado fue notable y a continuación grabó un segundo single con su nombre, ‘I’ll come running back to you‘. La aceptación recibida empujó a Cooke y a Alexander a refinar la propuesta y a grabar la bellísima ‘You send me‘, que no convenció a los altos cargos discográficos por su excesiva comercialidad. Entonces Alexander vendió la grabación a Bob Keene, un manager discográfico muy influyente en Los Ángeles. Keene cedió ‘You send me’ a Ritchie Valens, un joven chicano que amaba el rock’n’roll y que se haría famoso con el tema ‘La bamba‘, y a continuación publicó también la versión de Cooke. Fue un éxito inmediato y en el transcurso de pocos meses llegó a vender más de dos millones de copias.
‘You send me’, escrita por L. C. Cooke, hermano de Sam, es una purísima balada con atrayentes improvisaciones que vuelven más fascinante un texto que roza lo banal. Comprendiendo que había perdido un gran negocio, Specialty Records intentó remediarlo, y con una promoción inmediata sobre la estela del éxito de ‘You send me’ logró llevar a las listas de éxitos ‘I’ll come running back to you’. Con Keene Records, Cooke obtuvo sin duda sus mayores éxitos, y entró en las listas unas nueve veces, siempre actualizando su propuesta suave y melódica. En 1958 publicó ‘Win your love for me’, en la que se pueden encontrar ritmos de calipso que se repetirán más veces en su música.
En 1959 triunfó con temas como ‘Everybody like to cha cha cha‘, ‘Twistin’ the night away‘ y ‘Only sixteen‘. 1960 fue el año de ‘Wonderful world‘, pequeña obra maestra que se convirtió en un gran éxito. No sería justo juzgar el trabajo de Cooke en la compañía Keene contando solamente el número de discos de éxito. Buena parte del material más innovador y fascinante fue grabado en álbum. Frecuentémeme estas canciones eran clásicos que recobraban una forma brillante acariciados por su voz. Así nacieron las versiones de gran nivel artístico de ‘I cover the waterfront’, una canción perteneciente al repertorio Do Bill Holiday, y de ‘Ain’t misbehavin’ de Fats Waller.
En 1960, Cooke dio otro gran paso adeIante hacia su total libertad expresiva, firmando un contrato con RCA, una gran compañía discográfica con la que se podría mover entre los géneros sin ser limitado por la empresa. Además fue uno de los primeros artistas de color que conquistaron el control casi total de su producción y de los arreglos, representando también en los años siguientes un modelo preciso para lodos los artistas negros decididos a salir del simple papel de cantantes, para convertirse en “artistas” en el sentido más amplio de la palabra. En 1961, Cooke fundó con su amigo W. Alexander SAR Records (el nombre es una amalgama de Sam y Alexander), y contrató a algunos artistas jóvenes de gran talento, como The Sims Twins, Mel Carter, Johnny Morisette, Johnny Taylor y The Valentinos, estos últimos incluían al viejo guitarrista de Cooke, Bobby Womack.
Foto de Sam Cooke y Cassius ClayOtra compañía dirigida por Cooke, Derby, grabó los primeros pasos oficiales de Billy Preston, el cual más adelante se convertiría en amigo íntimo de The Beatles y de Frank Zappa. En este período de grandes éxitos, Sam Cooke llevaba una vida mundana: frecuentaba los locales nocturnos, hizo amistad con Cassius Clay (más conocido como Muhammad Ali) y aspiraba a sustituir a Harry Belafonte en el corazón del público. Sin embargo, después de una época mediocre, con canciones como ‘Cupid‘ y ‘Sad mood‘, interpretó temas de gran fuerza expresiva, como ‘Twistin the night away’, ‘Yeah man’, ‘Having a party’, ‘Bring it on home to me’, ‘Send me some loving’, ‘Another Saturday night’, ‘Good news’, ‘That’s where it’s at’. Pero esta sucesión de éxitos se vio interrumpida la noche del 10 de diciembre de 1964, cuando, en un motel do Los Angeles, Cooke fue asesinado de un disparo.
La reconstrucción de los hechos se basa en conjeturas basados en el testimonio de la propia asesina Bertha Franklin y de la propietaria del motel, Evelyn Carr. Cuando la Policía llegó al motel Hacienda de Los Ángeles la noche del 10 de diciembre de 1964 se encuentra un Ferrari rojo cereza nuevo aparcado frente al cartel de ‘Habitaciones desde tres dólares’. En él yace el cadáver de un hombre negro cubierto sólo por una chaqueta y un único zapato. Es la estrella de la canción Sam Cooke, de 33 años. Sam Cooke había quedado a cenar con su productor Al Schmitt en Martoni, un restaurante italiano al lado de Sunset Boulevard, en Hollywood, un lugar frecuentado por los pesos pesados de la industria musical. Cooke condujo desde de su mansión en Ames Street, en las colinas de Hollywood. Bebieron varios martinis y Cooke se unió a una sesión improvisada con varios músicos allí mismo. Entre ellos, se encontraba la joven Elisa Boyer.
Elisa Boyer testimonio durante la investigación oficial, 16 de diciembre 1964Cooke y Boyer se marcharon juntos al cercano PJ, un lugar conocido por ser el centro de reunión del rat pack en LA. Tras tomar unas copas, Cooke se ofrece a llevar a Boyer a casa. Enfilan Santa Mónica Boulevard y cogen la autopista de Hollywood. Cooke conduce muy rápido y de manera imprudente, según Boyer. El cantante quiere llevársela a la cama mientras ella insiste en que le lleve a casa. Después de más de 27 kilómetros, Cooke se desvía hasta la calle South Figueroa, en la deprimida zona de South LA. Llegan al motel Hacienda a las 2:35 de la madrugada y pagan en efectivo. Se registran como el señor y la señora Cooke.
Una vez en la habitación, Cooke fuerza a Boyer, según su testimonio, ante las negativas de ella. La tira en la cama, le rasga el vestido e intenta violarla. En un momento dado, Cooke, desnudo, va al baño y ella huye, a medio vestir con sus ropas y las del cantante. Acude a la recepción, pero Bertha Franklin, la mujer que les ha atendido, tarda en responder. Asustada, Boyer se escapa y llama desde una cabina de teléfono a la Policía.
Sam Cooke, vestido sólo con una chaqueta deportiva, llega a la recepción fuera de control, según el testimonio de Bertha Franklin. Pregunta por la chica agitado, Franklin le dice que va a llamar a la Policía. Cooke maldice a la bofia e intenta entrar en la recepción agarrando a la mujer por los brazos. Hay un forcejeo. Caen al suelo. La recepcionista se libera, coge una pistola y aprieta el gatillo tres veces. Uno de los disparos alcanza el corazón del cantante.
La viuda de Cooke, Barbara, se volvió a casar más tarde con Bobby Womack, y la figura de Sam, después de ser casi olvidada, encontró su lugar en el gran universo de las estrellas de color. En los últimos tiempos se ha realizado un gran relanzamiento de Sam Cooke. Entre los jóvenes consumidores de música de hoy, las notas delicadas de Sam y su voz envolvente han sido difundidas gracias a los anuncios publicitarios de una famosa marca de téjanos que ha utilizado precisamente ‘Wonderful world’ para comunicar la belleza de sus productos. Pero aún más sofisticado ha sido el uso que ha hecho de esta canción el director australiano Peter Weir en su película ‘Witness’ (Único testigo). Al oír esta canción, se encuentran las miradas del policía interpretado por Harrison Ford y de la bella mujer, Kelly McGuillis, y ambos inician un baile de pasión y de sobreentendidos bajo la luz difusa de un granero. El último homenaje a ‘Wonderful world‘ ha sido el realizado por el cantante americano Terence Trent D’Arby, quien ha realizado una versión austera y sencilla para subrayar la esencial modernidad de una de las más bellas canciones del rock.
El último de sus álbumes de estudio lanzado en vida, ofrece una gran cantidad de material excelente, apuntando en varias direcciones que, por desgracia, iban a quedar inexploradas. El número central es, por supuesto, la estremecedora “A Change Is Gonna Come“, con su sonido gospel y la producción más elaborada de cualquier canción de Cooke. Aunque menos importante, el tema que da título al album también salió de una tradición evangélica, al igual que el tratamiento de “Tennessee Waltz“, que es una de sus mejores adaptaciones de material pop contemporáneo. “Falling in Love” de Harold Battiste, un viejo amigo de Cooke que recientemente había vuelto a entrar en su órbita y que fue en parte responsable de animar al cantante en la exploración del sonido de Nueva Orleans, evidente en “Rome Wasn’t Built in a Day” y “Meet Me at Mary’s Place“. Y luego está “Good Times“, agridulce, introspectiva, pensativa, sucesor de “Twistin ‘the Night Away“
Por último y si deseáis sumergiros e indagar más sobre la vida de Sam Cooke, nada mejor que el libro ‘Dream Boogie: The Triumph of Sam Cooke’, de Peter Guralnick, autor entre otros de biografía más completa sobre Elvis Presley.