Revista Ilustración

El país de la oportunidad interpretado a cuatro manos -bis a bis- a ochocientos kilómetros de distancia. Juntos casi.

Por Davidrefoyo @drefoyo
El país de la oportunidad interpretado a cuatro manos -bis a bis- a ochocientos kilómetros de distancia. Juntos casi.

Te levantas en mitad de la nochey mi sueño se resquebraja.

Soy intrascendente sobre dos metros de materiaviscoelástica/ solo.
Giré el mapa y condicioné la lecturaal azar:los resultados sin lógica expulsan el aburrimiento.

-Buenos días, señor Ballard –dije.

Pienso en una pareja anónima en un anónimo piso franco de Barcelona.Leen El país de la oportunidad tumbados, es tiempo de ternura y aprovechamiento de recursos.Puro marketing o amor.
Descifran las claves, sus canciones latentes,su aliento con aroma de urgencia. De peligro.

Nosotros lo hicimos tiempo atráscuando creíamos en un amor de forma lacónica,de revisión, de arte de vanguardia.

Las buenas historias siempre terminan mal, pensabas,sin reparar en la importancia del The End en sí mismo,en los puntos y aparte, tan feos sobre la oración como 

necesarios.

Ahora veo aquel solar y pienso en derribar las ruinaspara construir una casa.
La excavadora es tan útil como el albañil,el resto le pertenece al cementoy a las densas arenas de las profundidades del río.
Las manos.
La sustancia efímera de los versos.Eres un encanto, baby.
Ahora invito a los vecinos a acostarse junto a nosotrossin miedo. Porque no es miedo simplemente miedoes la oportunidad.
Aquella que imploraba y ahora mastico.
Saliva. Líquido. Play.

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