Revista Cocina
Hace unas semanas, tuve la suerte de participar en una ruta inolvidable por Cataluña, llamada El Paisaje de los Genios, donde se mezclaban la gastronomía con el arte de una forma magistral, convirtiendo ese viaje en una experiencia inolvidable. Durante la ruta, pudimos conocer la vida y obras de Gaudí, Miró, Casals y Picaso, los paisajes que les inspiraron y la gastronomía que les gustaba. Un viaje impresionante que comenzó con una cena.
Nos encontrábamos en Taragona, en el castillo de Vila-seca, preparados para una experiencia sensorial de la que ninguno tenía muy claro lo que iba a pasar. Al llegar, nos identificaban a cada uno con un color y a la hora de empezar a cenar, nos vendaron los ojos y nos separaron por colores, la aventura estaba a punto de empezar.
En cada una de las salas por las que íbamos pasando, inspiradas en cada uno de los artistas, íbamos degustando diferentes platos preparados por 12 cocineros inspirados por la obra de los mismos, la música invadía los platos de Casals, las formas geométricas y los colores a Miró o las cajas y la cocina divertida y más vanguardista de Picasso.
La cena fue de lo más divertida y sorprendente, el castillo, las instalaciones, los diferentes platos, una gran experiencia para comenzar un viaje maravilloso.
La primera parada fue en Mont- roig del Camp, donde visitábamos la Fundación Mas Miró, una casa de estilo indiano donde Miró decidió dedicarse a la pintura y tenía su primer taller, lugar donde pasó casi todos los veranos de su vida y realizó algunas de sus obras más importantes. La casa era una preciosidad, no es de extrañad que tuviera tanto apego a ese lugar, desde donde se podían contemplar en el lugar exacto las vistas de algunos de sus cuadros.
La siguiente visita fue un paseo por el pueblo a ver un tapiz de Miró llamado El Lagarto de las Plumas doradas, una obra muy genuina situada dentro de un templo y que merece mucho la pena visitar.
Pasamos a una visita y degustación de aceites en Olis Solé, un espacio familiar encantador que cuenta con su propio museo y donde nos trataron de maravilla, con unos productos increíbles.
Visitamos la Ermita de la Madre de Deu de la Roca y comimos en el mismo lugar, con unas vistas impresionantes en un restaurante que era una casa antigua. Ahí empezamos a degustar y probar la gastronomía típica de la zona, como los embutidos, la escudella o las longanizas asadas con romescu. Una comida en la que todos nos quedamos más que satisfechos.
Partimos hacia nuestro siguiente destino, El Vendrell a conocer al artista que menos conocíamos y que más nos llegó a todos, una visita que nos dejó sin palabras, donde pudimos conocer a fondo a un artista que nos pareció una persona realmente extraordinaria, Pau Casal. El Museo Pau Casal se encuentra en la que fue su residencia de verano antes de ser exiliado y a la que nunca volvió. Una casa realmente bonita e inspiradora, en primera linea de playa y donde en su día llegó a dar grandes conciertos en su sala de música. Puede que esta fuera la visita que más me gustó del viaje.
Esa noche, visitamos una escuela de cocina, donde aprendimos a hacer romescu casero y a mortero, de la manera tradicional, pero eso ya lo veremos en otro post.
La noche la pasamos en el impresionante hotel Le Meridien, un edificio inaugurado en 1929 y sede de un antiguo sanatorio, sin duda, uno de los hoteles más impresionantes que he estado.
A la mañana siguiente madrugamos para llegar a Horta de Sant Joan, un pequeño pueblo que acogió a Picasso en casa de un amigo suyo, durante la recuperación de una enfermedad y donde realizó su primera pintura cubista. Visitamos el Centro Picasso donde tienen réplicas y facsímiles de las obras que realizó en ese lugar. Situado en un pequeño y antiguo hospital, lo que le aporta un carácter increíble al lugar.
La siguiente experiencia fue de lo más divertida, situados en un mirador, con una oblea como lienzo y salsas de colores comestibles (mermelada, queso..) dimos rienda a nuestra imaginación pintando las montañas que antes pintó Picasso, luego, lo enrollamos y nos los comimos degustando unos vinos de Lo Presbiteri y posterior cata de aceites Identitat, donde nos prepararon una comida tradicional de los pastores de la zona, consistía en un pan redondo grande, que teníamos que vaciar y mezclar la molla con sardinas asadas, pimientos y tomates asados, sin duda una comida que junto al edificio antiguo donde estábamos, te trasladaba años atrás.
La siguiente parada fue en Reus, lugar de nacimiento de gaudí y donde tras una pequeña visita a la ciudad, fuimos al Centro Gaudí, el único espacio temático dedicado a su vida y obra. Lo que más me llamó la atención fueron todas las maquetas y obras a escala y replicas en los mismos materiales para que se pudieran tocar y ver de cerca.
La siguiente actividad y para terminar la ruta consistió en una cata de vermú que por desgracia yo me perdí, ya que mi tren de vuelta salía temprano.
Espero que os guste el resumen del viaje, es difícil expresar lo bien que lo pasamos y lo mucho que nos gustó esta ruta que espero poder repetir pronto.