Revista Expatriados
El 3 de septiembre de 1939 el Virrey de la India, Lord Linlithgow, declaró que la Indiaestaba en guerra con Alemania. Era lo correcto. Lo que fallaron fueron las formas: no consultó con el Congreso ni con el Legislativo federal, aunque para lo que mandaba éste… Muchos en el Congreso veían con alarma el ascenso del fascismo y del nazismo en Europa, pero no por ello les jodió menos que no les hubieran consultado. Nehru metió el dedo en la llaga cuando dijo que el Imperio Británico iba a la guerra contra Alemania en aras de la libertad, justo lo que le estaba denegando a la India. Criticóla hipocresía británica y dijo que el Congreso no colaboraría en el esfuerzo bélico británico en tanto en cuanto no se le concediese la independencia a la India.
El Congreso celebró una reunión en Wardha ese mismo mes de septiembre en la que dijo que se desentendía de la guerra si ésta era para mantener el estatus quo. Sin embargo, si era para defender y extender la democracia, se sentía concernido. Para saber con qué fin los británicos habían entrado en la guerra, pedía que el gobierno británico aclarase cuáles eran sus objetivos últimos en lo que se refería a la India. Los británicos rechazaron la postura del Congreso y trataron de poner en su contra a las minorías y a los maharajás. Los ministros provinciales del Congreso dimitieron en octubre de 1939.
Durante toda la guerra el Congreso dejó claro que se opondría al esfuerzo bélico británico en tanto no se le garantizase la independencia. Su postura era tan firme que rechazó hasta la ramita de olivo que le ofreció el Virrey Linlithgow en agosto de 1940 de formar un consejo asesor de guerra en el que participarían los indios y que tras la guerra permitiría que una asamblea india redactase una constitución para el país. En octubre de ese año, por inspiración de Gandhi, lanzó una campaña de desobediencia civil contra la prohibición de las autoridades de todo tipo de propaganda antibélica.
Cuando la situación bélica se les había puesto ya de color de hormiga, los británicos mandaron en marzo de 1942 la Misión Cripps para negociar un acuerdo con el Congreso en virtud del cual, a cambio de su cooperación en el esfuerzo bélico, se le irían concediendo a la India progresivamente poderes. La oferta era vaga e insuficiente y no tenía en cuenta una cosa: hacía mucho que los indios habían dejado de confiar en los británicos. En esto tenían toda la razón, porque el propio Primer Ministro británico, Winston Churchill, pensó que Cripps había ofrecido demasiado.
El malestar creado por todos los tejemanejes de los británicos acabó llevando en el verano de 1942 a una nueva campaña de desobediencia civil bajo el lema “Abandonad India (Quit India)”. Bastantes líderes del Congreso,- por ejemplo, Chakravarti Rajgopalachari, Maulana Azad o el propio Jawaharlal Nehru, no la vieron claro, pero estando inspirada por el mismísimo Gandhi no tuvieron manera de frenarla. Cuando Gandhi se entusiasmaba con un proyecto, era imparable. Desgraciadamente, mejor hubiera sido que hubiese escuchado a los críticos. Los británicos no se anduvieron con contemplaciones: detuvieron al liderazgo del Congreso y a miles de simpatizantes. Durante los dos años siguientes, el Partido estuvo descabezado.
A toro pasado cabe preguntarse si no fue un error la postura maximalista del Congreso durante la II Guerra Mundial. Les asistía la razón moral, pero eso en política no basta. Al no colaborar con los ingleses, lanzaron a éstos a los brazos de la Liga Musulmana, que consiguió por la vía del peloteo lo que no había conseguido por la vía de las urnas. Hay quien dice que en parte la partición de la Indiay la creación de Pakistán, tan caras a Ali Jinnah, fue un acto de venganza de Churchill contra el Congreso, que había “traicionado” al Imperio Británico en plena guerra. Las cosas son mucho más complejas y creo que hubo otras razones geopolíticas de mayor calado para que los británicos decidieran crear Pakistán. No obstante, la mala sangre creada por la actitud del Congreso durante la II Guerra Mundial indudablemente jugó un papel.
Cuando la II GuerraMundial entró en su último tramo, los británicos empezaron a liberar a los líderes del Congreso. Su popularidad entre las masas era evidente y no podían mantenerlos indefinidamente en la cárcel. Por otra parte, mal que le pesase a Churchill, en el establishment británico iba calando la idea de que la supervivencia del Raj tras la guerra sería imposible. No sólo era que la inmensa mayoría de los indios quisiesen la independencia. También influían los EEUU, que hicieron saber a los británicos que no había enviado a sus soldados a la guerra para preservar el Imperio Británico. Dado que la independencia era inevitable, no quedaba más que comenzar a negociar con los líderes del Congreso.
En septiembre de 1946 los británicos establecieron un gobierno interino para que condujese la transición a la independencia. El gobierno estaba presidido por el Virrey, pero era su vicepresidente quien ejercía las funciones que en otro lugar habrían correspondido a un Primer Ministro. Ese vicepresidente no era otro que Jawaharlal Nehru.