Revista Cultura y Ocio
" David llevaba tanto tiempo esperando solo en la mesa del restaurante que comenzaba a sentirse incómodo. Rodeado de parejas que celebraban cenas románticas, se dedicaba a darle vueltas al móvil y beber a pequeños sorbos su vino blanco. Había llamado a Leo Baela tres veces sin respuesta, y las continuas visitas del maître preguntando por su acompañante le estaban crispando los nervios."
Hoy traigo un libro que fue publicado en 2004 con un éxito que se medía más en la satisfacción de los lectores que en el número de ejemplares vendidos. Rescatado de las garras del olvido por Destino, sin haber perdido frescura, traigo a mi estantería virtual, El paso de la hélice.
Conocemos a David, un editor que recibe de su jefe encontrar al autor más famoso de su editorial, para así poder publicar el siguiente título de una saga comenzada con La hélice. Lo necesita o toda la editorial puede ir al traste y el misterioso autor parece haber desaparecido. Por eso lo envía a un pueblo del Valle de Arán en el que acaso resida Thomas Maud. Y allí lo acompañamos buscando escritores escondidos y manos con seis dedos mientras mira de reojo a su mujer.
Y también conocemos a Fran, un joven drogadicto que lee el libro y, de algún modo al hacerlo algo hace "click" en su cabeza y decide desengancharse y cambiar su vida. Junto a él haremos un terrible viaje al mundo de las drogas y también al de la superación.
Menuda sorpresa ha sido este libro. Una historia sobre un hombre que se juega su seguridad por encontrar a un escritor que no quiere ser encontrado. Un escritor que consigue una obra que hace a la gente replantearse cosas, cambiar...y que lo hizo con millones de lectores y sigue prefiriendo el anonimato.Y una demoledora visión de los jóvenes que se enganchan a las drogas. Todo eso es el libro que os traigo, y también habla de inseguridad, miedo a la soledad, a la edad, de lealtad... muchos son los ingredientes que combina este autor entre historias inventadas y algún que otro demonio interior.
La historia está contada de una manera fresca y sencilla que te permite pasar las páginas sin apenas darte cuenta y sonreír incluso cuando te topas con personajes que, leyendo la famosa obra que busca el protagonista, no son capaces de cerrar el libro. Porque eso es justo lo que nos pasa. Primero movidos por la curiosidad, por ver si nos van a desvelar la trama de tan fantástica historia,luego conmovidos por hombres sencillos que se agarran a lo que les da la vida, o por escenas inolvidables de árboles tallados (hay un momento en que nos hablan de un bosquecito ligado a las personas que me pareció particularmente hermoso, casi poético, y que no desvelaré el motivo para no privaros del placer de descubrirlo). El narrador consigue además que visualicemos las escenas, las torpezas, el calor de las relaciones fraguadas en entornos pequeños y las confianzas depositadas sin necesidad de extenderse en descripciones.
Y al final... al final las cosas encajan de una forma casi natural. No busca sorprendernos como tampoco lo hizo durante el resto de la trama, pero el engranaje se mueve despacio y, personalmente, me dejó con una sonrisa en los labios. ¿De satisfacción? Puede, pero también de complicidad. Y es más que posible que esa sonrisa sea la responsable de que vaya a recomendar este libro a muchas personas a lo largo del verano. Y también, por qué no admitirlo, el motivo para buscar más obras del mismo autor.
Preguntan en El paso de la hélice si un libro puede cambiarte la vida.Yo creo que sí. Por su lectura, por la forma en que nos llega o el modo en que lo dejamos ir, por quien lo presta o lo recibe, por los ratos que pasamos comentándolo. Quien sabe... incluso puede vayamos leyéndolo y, por no mirar, nos caigamos encima de esa persona especial.
Y vosotros qué me decís, ¿puede un libro cambiarnos la vida?
Gracias