
El toque de atención no pudo ser más sincronizado y a la vez agresivo: en la misma semana que los viejos generales de Clarín anunciaban una nueva reestructuración del diario y prometían, otra vez, que la calidad del producto mejoraría, en la redacción del barrio de Constitución unos 60 periodistas eran despedidos. A los que se suma un contingente aún más grande de retiros voluntarios promovidos en los últimos tres años por la compañía.
La crisis sectorial invocada como explicación para este nuevo ajuste ha sido uno de los ejes con los que el proyecto MOM (Media Ownership Monitor) de Reporteros Sin Fronteras y Tiempo Argentino retrata el presente agónico de los medios de comunicación en la Argentina. Como en olas de ajustes anteriores y a pesar de la constante política antisindical de la conducción del grupo, la redacción de Clarín se organizó para resistir y está dando una lección de solidaridad. Contrasta con la indolencia de un gobierno que se exime de intervenir ante cada foco de la epidemia de cierres en todas las ramas productivas potenciada por su fracaso en política económica.
