Con el tiempo, los conceptos preconcebidos alteran su significado real, se amplían o se multiplican, tan rápido como sus acepciones evolucionan con la época que les ha tocado vivir. Tratar la información desde un punto de vista social, se puede convertir en auténtico ramal de posibilidades: prestar atención a problemas y situaciones desde un punto de vista sensible y con claro afán de denuncia, involucrarse como elemento social de comunicación siendo no un informador sino uno de los actores de la propia creación de contenidos, también puede ser un periodismo profesionalizado en matizar la información desde un punto de vista económico-social. Nosotros queremos ir un poco más allá y transformar el concepto en la evolución que tiene gracias a las nuevas tecnologías y a la socialización de los contenidos.
El periodismo social, fuera de corrientes filosóficas, es aparentemente el futuro de la profesión. Los redactores consagrados, los inscritos en nómina y partícipes de los grandes medios, trabajan de forma paralela en sus propias publicaciones, en blogs de denuncia o exhortación pública de su criterio sobre la realidad. La saturación de la profesión, obliga a los nuevos talentos a buscarle las vueltas al sector, a los medios convencionales. Las redes sociales abren los resortes de los medios de comunicación al ciudadano, lo convierten en redactor, editor y difusor de contenidos, tanto propios como ajenos, que globalizan la información.
Podría parecer que internet es entonces el tiro de gracia que le falta al sector, para caer en el desastre. Asumir que la prensa y la comunicación son únicamente periódicos en papel es tan falso como contraproducente. No hay que pensar en que nos hemos equivocado sino saber cazar al vuelo los trenes que pasan. Una sola vez.
No quiere decir, que las nuevas tecnologías le hayan regalado a cada hijo de vecino un título universitario de reportero. No va por ahí la cosa. La profesionalización de cualquier actividad es inherente a la calidad con la que se quiera ofrecer resultados. Sin embargo es indudable que hoy en día, no sólo los grandes diarios son los canales de distribución de información. El asociacionismo periodístico y la colaboración outsider han reforzado un periodismo paralelo, alternativo, no gubernamental se podía incluso decir.
Fórmulas innovadoras y esfuerzos por desarraigar los convencionalismos de los medios clásicos, como Periodismo Humano o aquellos que han apostado por el crowdsourcing, es decir por el colaboracionismo y el entregarle la alcachofa de prensa a la gente de la calle, proponen revoluciones internas en la disposición de cómo actúan los medios. Periodismo ciudadano, Suite 101 o Bottup (que directamente nos permite convertirnos en redactores de un periódico real), son buenos ejemplos de estos medios alternativos.
La función de editor de un medio de comunicación, se socializa con proyectos como Scoop.it o Paper.li, donde tenemos la posibilidad de publicar nuestro propio periódico. Pero volviendo a la profesionalización del sector, lo que no cabe duda es que la masificación que antes comentábamos obliga a que los periodistas (da igual que sean redactores, gráficos, viñetistas, cámaras o chimpancés que escriban por medio plátano la página) busquen maneras alternativas de despuntar, de asomar la cabeza.
Podría ser criticable por supuesto, que la situación in extremis que todos vivimos, obligue a éstos técnicos de la información a salir a la jungla cotidiana con menos recursos que otros de diferentes sectores, que comiencen su carrera por avanzar profesionalmente con más trabas que ayudas, pero ya que es así, afilemos el colmillo para llevarlo a cabo.
Eso es lo que propone Enrique Meneses, redactor y reportero gráfico inquebrantable y de la vieja escuela que a su octogenaria edad ha sabido rascarle a la vejez el empuje que cree, a otros les falta en plena juventud. Él también cree que internet es el futuro, que en nuestra implantación como periodistas de los nuevos medios, como los comunicadores del nuevo milenio, donde encontrará esta profesión su destino probable.
Es promotor de un proyecto sorprendente, Utopía TV. Una televisión que no cuenta con un duro de presupuesto. Ni una perra gorda en sueldos ni visos de que eso vaya a cambiar. Sin embargo el proyecto persigue que los nuevos talentos del sector busquen en iniciativas como esta, auto propuestas, emprendedores de su propio futuro.
Su idea promueve el trabajo en equipo, colaborativo, altruista, pero creativo y provocador, determinante y llamativo. Tal vez parezca fácil decirlo, pero lo explica alguien que a finales de los 50 se largó con lo puesto a “cubrir” la revolución cubana y las embestidas desde Sierra Madre de los barbudos. Predica con el ejemplo, se podría decir.
Los más escépticos, aseverarán que cuando este hombre hizo esa locura, la comunicación discurría con cuenta gotas y el corresponsal era un privilegiado cuyo mayor tesoro era la información de la que disponía. Ésta tenía valor. Hoy en día la inmediatez pone a prueba cualquier noticia relevante, cualquier exclusiva o contenido novedoso. Pero eso tal vez debería ser un aliciente, una ayuda, más que un inconveniente. Marta Nebot, le pone el envoltorio de entrevista, a la presentación de este nuevo canal de televisión. Tal vez de sus propias palabras, quede todo mejor explicado.
Por cierto, releyendo me llama la atención la palabra escépticos. Tal vez José A. Pérez sea uno de esos ejemplos de periodistas 2.0? 3.0? 33 y 1/3? Periodistas, comunicadores, creativos renacentistas y multidisciplinares. Vaya usted a saber…