Una de las poquísimas cosas buenas que ha traído la elección del nuevo alcalde progresista de Nueva York Bill de Blasio es sus ideas educativas y su decisión de elegir a la hija de gallegos, Carmen Fariña, para dirigir el sistema educativo en Nueva York. Carmen Fariña es cañera, no se corta un pelo a la hora de ridiculizar las estupideces y gracias a su padre, víctima del fascismo católico español en la Guerra Civil, dice que se crió en un hogar donde el debate era habitual así como cuestionar a la autoridad. Lean, lean sobre su interesante trayectoria aquí. Pues no, no es ninguna “Mary Poppins”. Doña Carmen ya tuvo problemas en su niñez cuando su colegio católico de Brooklyn estaba, ¡cómo no!, enseñando la versión fascista de la Guerra Civil española.
En Nueva York, el clima político educativo ha cambiado ahora de forma radical. A pesar de que me gustaba Bloomberg en un 80% de temas, NO estoy de acuerdo con su defensa de los colegios concertados y estos colegios parece que tienen sus días contados en Nueva York gracias a Carmen Fariña. A diferencia de Bloomberg, esta nueva administración no es nada amiga de los concertados y ya han anunciado que obligarán a esos colegios, siempre que puedan hacerlo, pagar alquiler por usar espacios públicos de la ciudad. “Es lo normal en casi todo el país cobrar alquileres a los concertados”, afirmó Carmen Fariña en una rueda de prensa donde abundaban periodistas tontitos.
El colegio concertado tiene antecedentes indeseables en Nueva York, al menos desde mi punto de vista liberal que quiere una igualdad de oportunidades para todos. Recuerdo el caso de un tal Spencer Robertson, por poner el ejemplo. En el 2008, Spencer Robertson quiso abrir un colegio concertado en Nueva York y podía contar sin lugar a dudas con la ayuda de Bloomberg (ajem, porque tampoco venía mal que el padre de Robertson, un “billonario”, era un amigo del alcalde Bloomberg a la hora de jugar el golf).
La admnistración Bloomberg cedió espacios en un colegio público de Brooklyn y luego aportó dinero para financiar otro edificio.
El alcalde nuevo, De Blasio, lo ha dejado bien claro. El rechazo al concertado tiene que ver con justicia y equidad para todos los jóvenes de esta ciudad.
“Mucha gente está ganando una buena pasta con la educación concertada”, dijo Carmen Fariña en la radio. “Si tienen tanto dinero para tantas cosas, estoy segura que también tienen dinero para pagar alquileres. Necesitamos esos espacios para nuestros jóvenes también”.
Como era de esperar, las reacciones “ultras” no se han hecho esperar y los defensores de la concertada están que echan humo en Nueva York. Han tachado a Fariña de “roja progre” y de “burócrata”. A mí en particular me encanta cuando los curas católicos creen que tienen el derecho a dictar política educativa en el ámbito público. Pero a pesar de que me encanta eso porque me hace reír de lo patético que resulta, me encanta mucho más cuando los curas se callan la boca para siempre en cuestiones donde NO TIENEN competencias ni las deben tener jamás.
Ayer en el canal New York 1, público, los defensores de la concertada afirmaban que el plan de pagar alquileres “amenaza nuestra supervivencia”.
Bueno, entonces esos modelos no son sostenibles y deben CERRAR. ¿Acaso hay otro negocio en el mundo que no tenga que incurrir en gastos de ningún tipo y donde todo sean beneficios? No ignoremos jamás que los colegios concertados son NEGOCIOS, empresas, que se lucran con la educación, aprovechándose de los gravísimos problemas educativos que tiene la ciudad de Nueva York en el ámbito público. Más del 70% de los alumnos públicos aquí no son blancos y desafortunadamente vienen de hogares pobres, sin oportunidades.
Muchos de estos colegios concertados tienen prácticas que considero inmorales y grotescas – pagan a sus directores más de 500 mil dólares anuales, SÍ SEÑORES, QUINIENTOS MIL anuales y entonces no quieren poner un duro para pagar sus facturas eléctricas o de alquiler de edificios que pertenecen a los neoyorquinos.
Yo mismo he sido testigo de colegios concertados dedicados a la educación “especial” (niños con gravísimos problemas psiquiátricos) que ponen la vida de profesores en riesgo, admitiendo a cualquier bala perdida o niño “loco” y violento, con tal de ganar más y más. Fui a visitar uno de esos colegios porque tengo una amiga íntima que fue profesora en uno de esos centros y había niños con mirada asesina – un niño llegó a dibujarme a mí y a ella con una cara ensangrentada y balas en la cabeza. Por supuesto que no es culpa del niño, que está enfermo de la mente y sus padres sufren muchísimo (el niño finalmente fue internado en un psiquiátrico), pero en estos colegios concertados no se les dan ningún apoyo a los profesores porque lo que cuenta es el “hard cash” como dicen aquí. Tienen a los profesores de loqueros, con sueldos miserables y condiciones pésimas en materia de seguridad laboral.
No, tranquilo. Sé que hay colegios concertados que son un ejemplo de “éxito” y no pretendo decir que eso es lo normal. Es un ejemplo. También hay obviamente colegios concertados dedicados a la excelencia, pero siguen siendo un elemento indeseable en un sistema público.
En el programa de NY1 también estaba Jacob Mnookin, el director y fundador de la exitosa “Coney Island Prep Charter School”. Dijo así el gracioso: “Creo que tenemos el derecho a usar esos espacios públicos porque SOMOS colegios públicos”. JUAAS.
En primer lugar, los concertados NO SON colegios “públicos” de ninguna manera. A ver si nos enteramos: “público” significa administrados y dirigidos por el GOBIERNO, sea éste local, estatal o federal y responden ante los, sí atención por favor — los CONTRIBUYENTES. Estos concertados por supuesto JAMÁS escuchan a los contribuyentes ni mucho menos.
En segundo lugar, el argumento de que “al menos estos niños tienen su propio ordenador personal” me resulta absurdo, pues cualquiera hoy en día puede tener acceso gratuito a internet en las bibliotecas y ya existe la red en los colegios públicos de Nueva York.
En tercer lugar, dicen que estos concertados “superan mucho más en resultados a las públicas”. ¡Normal! Estos colegios eligen con total libertad a qué estudiantes mantener en lista, expulsan a los que tengan problemas educativos, cognitivos o de comportamientos, los que suspenden exámenes, etc. Los colegios públicos son más equitativos y no pueden expulsar a un alumno simplemente porque tenga “problemas de comportamiento” pues eso no puede ser admisible en una sociedad democrática de iigualdad de oportunidades para menores. Yo no niego que existan graves problemas de conducta en las aulas, pero la solución nunca ha sido expulsarles del sistema.
Ayer fui a una reunión en Manhattan sobre esta cuestión y me topé con un señor gordo, muy gritón y la versión americana de un Torrente. Tenía un cartel que decía “me cobran impuestos hasta para morir” y criticó a Carmen Fariña, diciendo que era una “resentida de izquierdas”. Hablé con él y empezó a decirme que “gente como yo sólo queremos que él pague impuestos para financiar chiringuitos del gobierno”. Cuando le recordé que seguramente yo pago más impuestos que él, le dije además que me resultaba curioso como critica los impuestos pero no tiene problema alguno con los concertados – ¿quién paga todo lo que SE NIEGAN a pagar los concertados sino los contribuyentes? A estas alturas, él ya no tenía argumentos y seguía insistiendo en sus errores.
Pero tengo mucha confianza en Nueva York y sus gentes, señores. Esto NO ES como Madrid donde la gente acepta pasivamente tanta mentira desde arriba. Los neoyorquinos son muy abiertos al mundo y la gran mayoría está totalmente en contra de los concertados porque saben perfectamente que son negocios que trafican con las necesidades de tantos niños en esta ciudad que sufren carencias por el entorno familiar desde donde parten. Aquí la gente se manifiesta menos que en España, pero también hay que recordar que los políticos cumplen muchísimo más aquí sus promesas electorales si comparamos con España donde no hay democracia en este momento tan oscuro de su historia.
En estos momentos, Nueva York me recuerda a aquella España dinámica y reformista de finales de los 90 y principios de los 2000s. La ciudad es cada vez más una referencia mundial debido a su constante proceso de innovación y rechazo a dogmas establecidos. He hablado con padres de todas las razas y orígenes socioeconómics. La mayoría muestra cierta ironía con respecto a los concertados. Los padres blancos, de mucho dinero, dicen que de hecho se debe reforzar el colegio público para garantizar que los niños no blancos tengan una educación de calidad en vez de facilitarle toodo a 4 interesados con fines exclusivamente empresariales. Y, los padres más pobres en NY suelen ser no blancos, casi todos mestizos latinoamericanos o negros americanos — dicen que el concertado de hecho favorece más a los blancos porque éstos tienen más conocimientos sobre cómo acceder a los mismos, pues parten de otra ventaja en orígen. Por eso ellos no están muy a favor del concertado.
Yo tampoco estoy a favor de los concertados y apoyaré a Carmen Fariña y a Bill de Blasio en esta batalla campal que se avecina aquí entre los que queremos reforzar el sistema público para que sea realmente accesible y equitativo para todos, y los que quieren seguir traficando de forma descarada con las carencias de los niños.