Revista Diario
Primer día de clases.. no es moco é pavo. Nunca se vuelve a hacer un segundo grado nuevamente, repitas o no esos años se te graban en los huesos, en la singüeso y en tu corazón inolvidable será el nombre y la fisonomía de tu maestra. ¿Por qué será que siempre uno recuerda los nombres de las maestras de tu infancia? Ni hace falta responder esa pregunta porque, está claro, uno es todavía un pibe o una piba que sigue merodeando en la etapa mágica de la vida, donde las sensaciones siguen siendo más fuerte que el raciocinio. ¡Ya habrá tiempo para maldecir a Descartes!En fin, retomando, imagino la secuencia y las ilusiones de ella. Con cuánta ansiedad se levantará el primer día, la mamá le prepararía un estupendo desayuno pero no, ella prefiere dormir hasta que el reloj no le de más tregua. Se alistará con lo mejor de su inocencia, porque para arrancar segundo grado hay que ser así, aunque sea un tantito especial... ¡benditos sean los que pueden mantener esa chispa!Durante todo el viaje podría pensar en cómo será este año pero seguramente disfrutará cada uno de los días, cada mañana de clase tendrá una enseñanza, una anécdota que quedará para la posteridad. Apreciar los recreos y el desenvolvimiento de los niños y las niñas, inmiscuidos en sus diálogos monologados, cada uno en su mundo donde no existen barreras para lo imposible, si ya es un logro pronunciar la erre, imaginate que de ahí a ser un superheroe estás a un paso...En fin, los niños y niñas estarán impacientes en su primer día pero qué placer será que se encuentren con ella en la entrada de la escuela y queden a merced de sus besos y de su sonrisa gigante dispuesta a dejar todo, porque sabe que en la posteridad quedará bordado su nombre en sus corazones con el mejor y más envidiable título personal: la señorita Caro