Revista Cultura y Ocio

El primer recuerdo de un final

Publicado el 12 junio 2015 por Molinos @molinos1282

El primer recuerdo de un finalLlevo tres horas buscando una fotografía y no la encuentro. Sé que te la hicimos, sé que la he visto un millón de veces y siempre comentamos lo mismo: ¿te acuerdas qué pequeña era y qué asustados estábamos?
No la encuentro pero la tengo en la cabeza. Recuerdo el momento exacto, la situación y hasta la luz que entraba por las ventanas de la casa dónde vivíamos cuando naciste. Luz de diciembre, luz fría, gris pero quée nos invitaba a intentar salir de casa contigo. Queríamos dar un paseo, ver si éramos capaces de hacer de padres por la calle. 
En la foto estás pequeña, pequeña, tenías 4 días y eras minúscula. Llevas una pequeña trenca blanca y un gorro blanco de enanito con punta, las piernas enfundadas en un mono azul. Con los brazos y las piernas estiradaos parecías una estrella de mar y nos entró la risa de pura histeria y puros nervios. Pequeña, azul y blanca sobre la colcha amarilla de nuestra cama. ¿Quién eras? 
Recuerdo pensar, y te lo he dicho un millón de veces, "quiero que seas mayor, quiero que hagas algo, que hagas cosas, que seas tú, que seas alguien, que camines, que hables, quiero saber quién vas a ser"
Han pasado once años y medio desde entonces. Antes de ayer, en los 45 minutos que duermo cada noche, soñé que iba por la carretera hacia Los Molinos y, pasada la rotonda de la piedra, veía una oveja  cruzando la carretera y abandonando en medio del asfalto a sus corderitos recién nacidos. Luego había un derrumbamiento y un montón de cosas absurdas más, pero al despertar me acordé de los corderitos. 
"Ese sueño es porque tu subconsciente siente que tu hija está desamparada y te preocupas",.- dijo mi médico al contárselo. 
Yo creo que mi subconsciente estaba un poco mediatizado por el maratón de "veterinario al rescate" que me había tragado con tu hermana por la tarde. Además no es mi subconsciente el que se preocupa por ti. Es mi parte más consciente la que permanece permanentemente alerta contigo, siempre, desde que eras esa cosa diminuta y te miraba sin saber qué hacer contigo. 
Estás de viaje de fin de curso, desaparecida en combate y pasándotelo genial desde hace 4 días. No me preocupa el viaje, ni lo que comas o dejes de comer, ni que te canses, tengas asma o te quedes afónica. No me preocupa que te acuerdes de tomarte las medicinas. No me preocupa saber que probablemente hayas pasado de lavarte el pelo, no te hayas peinado más de una vez y que cuando vuelvas te habrás dejado la mitad de la ropa en el hotel. Ni siquiera me preocupa que en cuanto te bajes del autobús feliz y entusiasmada, y pongas un pie en casa empezará a dolerte algo, empezarás a quejarte o a protestar. 
Me preocupa, y no sé si es la palabra, que este viaje  marca la primera vez en la que eres consciente de terminar con una etapa de tu vida. Te acordarás siempre de este viaje que hiciste cuando terminaste primaria y por eso es un momento importante. Hasta ahora, habías ido completando etapas de tu vida pero, o eras demasiado pequeña o demasiado inconsciente para recordarlo. 
Ahora sabes y sientes que terminas algo, que vas a empezar algo nuevo. Algo que te da miedo, te atrae, te asusta. A veces corres hacia ello convencida y otras reculas para intentar no llegar nunca. Se llama hacerse mayor y es una putada. 
Sé cómo te sientes porque yo recuerdo perfectamente mis casi 12 años y todo lo que sentía. No vas a leerme y, no me crees cuando te lo digo, pero todo va a ir bien. 
Estás asustada. Yo también, y tu padre ni te cuento, pero no te preocupes. Los tres hemos sido capaces de llegar hasta aquí. Ya no eres un enanito sobre una colcha amarilla. Eres tú, eres María y eres increíblemente especial, aunque a veces (muchas) nos saques de quicio. 
No nos lo tengas en cuenta, para nosotros también es nuevo. 
Guarda este recuerdo,: tu viaje, terminar primaria y tus pantalones de piñas. Y, por favor, no me dejes volver a ver más al veterinario al rescate. 

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