Revista Cultura y Ocio
Carlos contempla su obra: no cabe duda que el concepto sea de vanguardia.Las líneas, el estilo, lo atrevido de la concepción —muy futurista—, no existe un antecedente de algo así, los voladizos desafían la ley de gravedad.Nadie creía que con su juventud, recién egresado de la universidad, pudiera concretar ese logro; hubo quienes calificaron el proyecto de irracional; pese a todo, con mil inconvenientes prosiguió hasta el final.Sin experiencia en la rama de la construcción, no podía conseguir mano de obra calificada, además los costos eran excesivos por ser una zona sísmica.Quienes observaron la obra a medida que esta avanzaba, no podían menos que maravillarse con aquellas líneas, alguien las catalogó de espaciales, comparándolas con las de alguna película de ciencia ficción.Para sus pares, el pibe estaba loco. Pero la obra estaba allí, con su profusión de brillos, cristales espejados, luces multicolores, con toda su magnificencia.Luego de todo un año de luchar contra la adversidad, Carlos contempla su obra, fue todo un desafío: quién diría que ahora solo queda recoger los escombros.Texto: Luis Molina