Revista Opinión

El PSOE no tiene crisis; solo tiene hambre

Publicado el 16 junio 2014 por Franky
El PSOE no tiene crisis; solo tiene hambre Todos hablan de un PSOE en crisis, pero la verdad es que el PSOE no está en crisis y que lo único que tiene es hambre de poder. En aquellos sitios donde los socialistas gobiernan, como Asturias y, sobre todo, Andalucía, no hay ni asomo de crisis y el partido se encuentra fuerte y compacto, inmerso en el único ambiente en el que se siente a gusto: el del reparto de privilegios, dinero y poder.

Si tuviera conciencia de verdadera crisis, el PSOE estaría escuchando a la ciudadanía y buscando soluciones y cambios, pero solo se escucha a si mismo y busca relevos, nuevos rostros capaces de ganar votos y acceso al poder. El PSOE sigue alienado porque no es consciente de que necesita "cambiar" y solo piensa en "ganar".

El socialismo español ya no es una ideología de combate, sino un modo de vida para una casta política que ha aprendido a vivir bien a costa de lo público. Cuando hay poder, hay fuerza y vitalidad, pero cuando el poder escasea, aparecen las divisiones, las debilidades y las trifulcas. Es la consecuencia del hambre.

Ya lo decía el sabio político italiano Giulio Andreotti: Lo que desgasta no es el gobierno sino la oposición". Y el PSOE lleva demasiado tiempo alejado del gobierno, no solo del nacional, sino en comunidades en las que tradicionalmente tuvo fuerza, como Castilla la Mancha, Extremadura, Aragón, Galicia y Baleares.

Cuando los partidos políticos, tanto los de izquierdas (PSOE e IU) como los de derecha PP) y los nacionalistas (CIU, ERC, PNV y BNG, entre otros) , pierden su chispa ideológica, sus exigencias éticas y su espíritu de generosidad y servicio al ciudadano, se convierten en agrupaciones de comportamiento mas o menos mafiosos, unidas y guiadas únicamente por el interés y por el culto al poder y al privilegio. Cuando esos alicientes, basados en el reparto de los público, incluyendo contratos, subvenciones y colocaciones para familiares y amigos, escasean, los partidos se degradan y se transforman en grupos nocivos para la sociedad y la democracia.

Tampoco ayuda a los partidos su funcionamiento interno, basado en la sumisión al líder y a todo el que está por encima. El partido se convierte en un gran útero donde viven los mediocres ambiciosos en espera de que les llegue la hora de cobrar la recompensa en privilegios, poder y dinero que creen merecer.

De ese modo, esos partidos políticos, degradados, sin libertad, alejados del mandato constitucional que les obliga a practicar la democracia interna y sin la menor noción de democracia y de servicio a los ciudadanos, se transforman en monstruos, muchas veces inclinados hacia el delito y el abuso de poder, como lo demuestran los enriquecimientos ilícitos de miles de políticos y los cientos de causas judiciales abiertas contra militantes y cargos de partidos políticos en España.

La regeneración del PSOE no consiste en un cambio de líder o de que Susana, Madina, Sanchez, Sotillos, Pérez Tapias o cualquier otro líder emergente ocupen la Secretaría General, sino en refundarse, en realizar un giro de 180 grados y recuperar la democracia, el sentido del servicio al pueblo, el concepto de verdad, la generosidad, los viejos valores aplastados y en asumir una concepción de la política cuajada de honradez y decencia, que sea incompatible con los actuales vicios internos del partidos, desde la corrupción al nepotismo, sin olvidar el saqueo de lo público, el culto al privilegio, el enriquecimiento ilícito, el desprecio al ciudadano y el mas despreciable de los elitismos.



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