Revista Expatriados

El reyezuelo gordo y sus ancianos tíos

Por Tiburciosamsa
El reyezuelo gordo y sus ancianos tíos
Esta es la carita que se le ha quedado después de siete meses en el poder. Realmente ser dictador sienta mal para la salud.
  El milagro de Corea del Norte no es que hayan creado una monarquía comunista que ya va por la tercera generación. El milagro es que lo hayan conseguido con los mimbres que tenían.
Kim Jong-Il era un tipo que se había peleado con supeluquero. Eso es lo más amable que puedo decir de él. Al menos Kim Jong-Il estuvo currándose la sucesión de papá durante décadas. Al gordito Kim Jong-Un el trono norcoreano le cayó como llovido del cielo en septiembre de 2010, cuando lo mismo él hubiera preferido estar en Japón cepillándose masajistas como el cachondo de su hermanastro mayor Kim Jong-nam.
No fue hasta 2010 que Kim Jong-Il cayó en la cuenta de que era mortal y de que su fecha de caducidad podía estar próxima y que le apetecía hacer lo que a todos los dictadores megalómanos: reinar después de muerto, aunque fuera un poquito, decidiendo quién sería su sucesor. Se puso a preparar a uña de caballo la sucesión en su hijo Kim Jong-Un, que soporta bien el alcohol y es igual de cabroncete que papá. Por desgracia para él, la Parca tenía otros planes para él y se lo llevó en medio del proceso sucesorio, justo cuando Kim Jong-Un apenas había comenzado sus prácticas de dictador y aún estaban buscando cargos altisonantes que darle dentro de la estructura del Estado. Al menos, Kim Jong-Il sí que tuvo tiempo de preparar el círculo interno que guiaría al alevín de dictador en sus primeros pasos.
En los regímenes autocráticos y amantes del secreto, los símbolos cuentan mucho. A falta de medios de comunicación transparentes y de la posibilidad de expresarse con libertad, son las señales cargadas de significado las que informan sobre cómo van las cosas. En la desaparecida URSS, los analistas siempre estaban muy atentos a quién estaba y en qué posición en la tribuna del Kremlin durante los fastos para celebrar la Revolución de Octubre. Era prácticamente la única manera de saber quién subía y quién perdía influencia en el régimen. En el caso de Corea del Norte, se prestó la misma atención al funeral de Estado por Kim Jong-Il, que tuvo lugar el 28 de diciembre. Kim Jong-Un lo presidió y en él fue presentado como el “gran sucesor a la causa revolucionaria de Juche”, “un líder sobresaliente del partido, el ejército y el pueblo” y “el camarada respetado que es idéntico al Supremo Comandante Kim Jong-Il”. Esos calificativos aún se quedan cortos comparados con lo que la Agencia Coreana de Noticias dijo de él: “una gran persona nacida del cielo.” A ver si se enteran: si es idéntico a su padre y es nacido del cielo, tiene que ser Jesucristo, no Kim Jong-Un. Esto es lo que pasa cuando se deja de dar religión en los colegios, que la gente luego se lía.
Con respecto al funeral, no puedo contenerme de transcribir una palabras muy bonitas que dijo un soldado lloroso a la televisión norcoreana: “La nieve cae incesante como lágrimas. ¿Cómo podría no llorar el cielo cuando hemos perdido a nuestro general que era un gran hombre del cielo? En el momento en que nos separamos del general a causa de la muerte, el pueblo, las montañas y el cielo, todos lloran lágrimas de sangre.” Los regímenes totalitarios son terribles para la libertad de expresión, pero resultan buenísimos para la expresión lírica.
Tras la muerte de Kim Jong-Il, lo primero que hubo que hacer fue buscarle títulos vistosos al niño, que el más sincero de “dictador” no resulta oportuno y el que yo propongo de “reyezuelo” parece que no suena bien. Así le han hecho Comandante Supremo del Ejército Popular Coreano y Primer Secretario del Partido de los Trabajadores de Corea. Este último título tiene miga: lo tuvieron que crear ex profeso para él, porque el cargo de Secretario General del Partido lo seguirá ejerciendo el difunto Kim Jong-Il por toda la eternidad. ¿Suena raro? No más que tener un Presidente eterno, Kim Il-Sung. Como sigan así, los norcoreanos acabarán pagando un huevo de trienios a sus funcionarios difundos.
Ya tenemos al reyezuelo instalado en los dos grandes poderes del Estado, el Ejército y el Partido. ¿Significa eso que ya manda? ¿O es sólo un mandado de sus tíos y otros gerócratas. En el mundo secreto de la política norcoreana nadie está seguro de nada. Los analistas hablan de un círculo interno que sería el que estaría arropando a Kim Jong-Un en esos primeros pasos. Los principales personajes de este círculo son: su tío Jang Sung-taek, que supervisa los servicios de seguridad; su tía, Kim Kyong-hui; el Vicemariscal Yi Yong-ho, que es Vicepresidente de la Comisión Central Militar; Choe Ryong-hae, un apparatchik del Partido. Ri tendría la función de servir de intermediario en los contactos iniciales entre el joven Kim y los generales y Choe la de hacer lo propio en sus contactos con el aparato del Partido. Otros personajes a tener en cuenta son: el General O Kuk-yol, Vicepresidente de la Comisión de Defensa Nacional; Kim Yong-chun, Ministro de las Fuerzas Armadas Populares, cuyo papel clave es detectar cualquier posible muestra de deslealtad por parte de las mismas; y el General U Tong-chuk, primer Vicedirector del Departamento de Seguridad Estatal, que controla la policía secreta.
Varias cuestiones se plantean. La primera es si será capaz Kim Jong-Un de convertirse en líder por derecho propio y hablar con su propia voz o no será más que el mascarón de proa de una gerontocracia que será la que tome las decisiones. Otra es cómo evolucionará la actual imbricación entre Partido y FFAA. Si la situación de Corea del Norte empeora, ¿podría el país evolucionar hacia una suerte de dictadura militar monárquica y comunista? Como experimento político tendría su aquél. La tercera viene determinada por la gran diferencia de edad entre el reyezuelo y sus mentores: más de 40 años. Igual que cuando un viejo millonario se casa con una joven corista, nadie da un duro por ese matrimonio, uno podría preguntarse si a la larga no surgirán roces entre Kim Jong-Un y este círculo a causa de la diferencia generacional. Puede que ocurra, pero sería muy a la larga. Por el momento Kim Jong-Un los necesita para consolidar su poder y los seguirá necesitando por mucho tiempo.
Finalmente está la pregunta del millón: si el régimen norcoreano puede sobrevivir. Los que lo dudan apuntan a sus dificultades económicas, a las hambrunas y a que el régimen cada vez lo tiene más difícil para controlar la información que sus ciudadanos reciben del exterior. Yo, en cambio, creo que tiene recursos para sobrevivir: está poco insertado en la economía internacional y sus ciudadanos están acostumbrados a las escaseces; juega con una combinación control represivo por parte del aparato de seguridad y movilización ideológica que le proporciona una gran solidez; no hay intereses geopolíticos externos interesados en desestabilizarla, por el contrario, los intereses contrapuestos de China y EEUU le proporcionan una protección extra.
No sé si Kim Jong-Un llegará a ser un reyezuelo con poder propio o si será un reyezuelo controlado. Lo que sí tengo claro es que la desaparición del régimen norcoreano no ocurrirá mañana.

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