David Bowierepite con Floria Sigismondi en su vuelta al mundo de la música con un nuevo y profano videoclip conducido por un Gary Oldman en sotana y Marion Cotillard estigmatizada, en el que él mismo se transforma en un Jesucristo predicador. Tras contar con Tilda Swinton para su anterior clip, Bowie idea una nueva (y perturbadora) pieza cargada de simbolismo y sangre, que compite por convertirse en uno de los videos más polémicos del icónico cantante.