Antes de nacer Jordi nos hicimos con uno de esos muñecos de apego, en realidad fueron dos idénticos, siguiendo el consejo de una amiga, porque así lo puedes lavar cuando está muy sucio sin que el peque lo eche de menos. Además, te permite llevar uno siempre en el cochecito y el otro dejarlo en casa, así te aseguras de que no te lo dejas olvidado.

El de Jordi se llama señor Cristobal y hace unos meses se lo empezamos a ofrecer y a poner en la cunita a la hora de dormir, o en el cochecito cuando estábamos fuera de casa. Ahora que tiene casi 7 meses lo identifica perfectamente y se lo pone sobre la cara cuando se quiere dormir, lo abraza, lo muerde, se ríe...
El primer día que lo deje en la guarde lo abrazaba con fuerza sonriente mientras me despedía de él y, aunque parezca una tontería, me quedé más tranquila.
