Sumido en mis más dulces e inocentes recuerdos, me encontré revisando unas viejas fotografías en uno de mis álbumes de antaño. Eran de una época de mi vida en la que nada parecía importar demasiado. Una época en la que, si había algún problema, los que me querían no dejarían que me atormentase. Una época en la que desconocía el significado de la palabra sufrimiento. Pero ahora, con unos cuantos años más a mis espaldas, me veo sumido en una existencia que no quiero aceptar, y cuando me miro al espejo, me descubro a mí mismo como un traidor por haber abandonado mi pasado. Pero sobretodo, como alguien incapaz de encontrar la paz en esta antesala en la que hoy me encuentro: la de un futuro lleno de desconcierto e incertidumbre.
Con estas palabras hemos querido describir brevemente en qué consiste un problema que, aunque no es reconocido por los principales manuales psiquiátricos, sí que parece ilustrar una personalidad muy peculiar. Se trata del Síndrome de Peter Pan, término que se hizo popular gracias a un libro publicado por el Dr. Dan Kiley llamado “El Síndrome de Peter Pan: la persona que nunca creció”
Muchos psicólogos están de acuerdo en afirmar que las personas que lo padecerían serían aquellas con una personalidad inmadura, con rasgos de irresponsabilidad, rebeldía, narcisismo y dependencia. Todo ello con un trasfondo en el que el individuo se negaría a aceptar el proceso natural de envejecimiento y la entrada en la vida adulta.
De esta forma, la persona queda atrapada en su infantilismo, negando todo crecimiento personal o psicológico y manifestando su incomprensión. Por ello, no es extraño que este tipo de personas no deseen obtener un empleo, terminar una carrera ya comenzada o mantener una relación personal profunda con alguien.
En el fondo de todo esto encontramos una percibida incapacidad para exponerse a las posibles frustraciones o amenazas que la vida “real” puede suponer, dado el excesivo apego creado en edades tempranas hacia sus vínculos familiares.
Como dato curioso, señalar que muchas personas consideraban a Michael Jackson como un posible candidato a padecer el trastorno. Sus llamativos rasgos de inmadurez, narcisismo y dependencia, así como su afición desmedida a las películas de Disney hicieron que muchas personas dijeran que se trataba de “un niño con cuerpo de hombre”
El caso es que, aunque pueda sonar a broma, también se ha llegado a hablar de un Síndrome de Wendy, el cual padecerían aquellas personas que tratan de satisfacer continuamente a los demás y de asumir el papel de padre o madre ante los otros (generalmente ante los que tienen el Síndrome de Peter Pan). Lo cierto es que en ambos casos podríamos hablar quizá de un trastorno de la personalidad dependiente, unos por su temor a enfrentarse a la vida real (Peter Pan) y otros por su miedo a ser rechazados o abandonados (Wendy)
Finalmente, añadir que tanto el uno como el otro pueden darse independientemente de si se es hombre o mujer. Su tratamiento pasaría por trabajar los puntos débiles de la persona y lograr una aceptación y reconocimiento de sí misma, dotándola de las herramientas cognitivas necesarias para que logre relacionarse con el mundo de una manera adaptativa y madura.
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